29/III SAN ARMOGASTO, Mártir

29 de Marzo

SAN ARMOGASTO, Mártir

 

Si no velares, vendré a ti como un ladrón,
 y no sabrás a qué hora vendré a ti.

(Apocalipsis, 3, 3)

   ¡Qué hermoso espectáculo ver a San Armogasto abandonar todas sus dignidades en la corte para permanecer fiel a Jesucristo! Viéndolo Genserico, rey de los vándalos, inquebrantable en su fe, le hizo anudar la cabeza y los pies con gruesas cuerdas; mas el santo miró al cielo y rompiéronse sus ataduras. Se lo suspendió de un pie; empero, nada quebrantó su resolución. Finalmente, condenado a guardar los rebaños del rey por el resto de su vida, obedeció con placer, pues sabía que la soledad es favorable a los coloquios entre el alma y Dios. Predijo su muerte próxima, indicó el lugar donde quería se lo enterrase, y fue al cielo a recibir la recompensa de sus trabajos, hacia el año 455.

MEDITACIÓN
SOBRE LA PREPARACIÓN
A LA MUERTE

I. Toda nuestra vida debe ser una preparación para la muerte, pues nuestra muerte, de todos nuestros negocios, es el más importante, ¿qué digo?, los demás nada son comparados con éste. ¿Cómo te preparas tú? ¿Vives como un hombre que en breve ha de morir? ¿Acaso miras la muerte como algo muy alejado de ti ? En adelante mi principal afán será pensar en este gran viaje a la eternidad, no sea que me sorprenda la muerte. La muerte, que sor prende a los que no están preparados, debe encontrarnos siempre prestos. (San Euquerio).

II. Morirás, no lo ignoras. Morirás sólo una vez, y de esta muerte única dependerá una eternidad de dicha o de desventura. No se trata aquí de una pérdida sin importancia, sino de la pérdida del mayor de todos los bienes y, no debes olvidarlo, de una pérdida irreparable.¡Oh muerte, cuán temible eres! ¿Se puede pensar en ti sin despreciar al mundo, y sin darse a Dios?
   
III. Una vida santa es la mejor de todas las preparaciones para la muerte. No te duermas con un pecado mortal en la conciencia. Por la mañana, al levantarte, piensa: Acaso no alcance a vivir hasta la noche; y por la noche, al acostarte: Acaso no me levante ya, y estas sábanas sean mi sudario. De vez en cuando pregúntate si estás preparado para morir . Nada hay que los hombres vean con más frecuencia que la muerte y nada que olviden con mayor facilidad. (San Euquerio).

El pensamiento de la muerte
Orad por las almas del purgatorio.

ORACIÓN
      Haced, os suplicamos, Dios omnipotente, que la intercesión del bienaventurado Armogasto, vuestro mártir, cuyo dichoso nacimiento al cielo celebramos, nos fortifique en el amor de vuestro Santo Nombre. Por J. C. N. S. Amén.

SEMANA SANTA: JUEVES SANTO (In Coena Domini)

JUEVES SANTO

(MISA SOLEMNE VESPERTINA EN LA CENA DEL SEÑOR)
ESTACIÓN EN SAN JUAN DE LETRÁN
(Semidoble de 1ª clase - Ornamentos morados )

   El tabernáculo, si lo hay en el altar mayor, está del todo vacío: para comulgar clero y pueblo, hoy y mañana, se pone sobre el altar el copón con partículas que se consagren en esta misma misa.
   Comienza la procesión en la iglesia hacia el altar, y entretanto canta la escola el Introito.

Introito Gal. 6, 14
INTROITUS - Nos autem gloriári oportet in Cruce Dómini nostri Jesu Christi: in quo est salus, vita et resurréctio nostra: per quem salváti et liberáti sumus. Ps. 66, 2 Deus misereátur nostri, et benedícat nobis: illúminet vultum suum super nos, et misereátur nostri. Nos autem.   Nosotros, empero, debemos gloriamos en la Cruz de nuestro Señor Jesucristo, en quien está nuestra salud, vida y resurrección, por quien hemos sido salvados y liberados. -Salmo. Apiádese Dios de nosotros y nos bendiga; ilumine su cara sobre nosotros y nos compadezca. - Nosotros, empero, debemos...
   El celebrante, en llegando al altar con los ministros, hecha la confesión, sube, bésalo en medio y lo inciensa, aun cuando celebra solo con canto.
   Terminada la incensación del altar, el celebrante, después de leer el Introito y recitar el Kyrie eléison, comienza solemnemente Glória in excélsis y se tocan las campanas y el órgano, los que callan hasta la Vigilia pascual, terminado el himno.
Oración-Colecta
  ORATIO - Deus, a quo et Júdas reátus sui pœnam, et confessiónis suæ latro prǽmium sumpsit, concéde nobis tuæ propitiatiónis efféctum: ut, sicut in passióne sua Jesus Christus, Dóminus noster, divérsa utrísque íntulit stipéndia meritórum; ita nobis, abláto vetustátis erróre, resurrectiónis suæ gratiam largiátur. Qui tecum vivit et regnat.   R. Amen ¡Oh Dios!, de quien Judas recibió la pena de su pecado(1), y el ladrón el premio de su confesión: haz nos sentir el efecto de tu misericordia; para que, así como Jesucristo nuestro Señor en su Pasión dio a entrambos su merecido, así también, destruido en nosotros el error del hombre viejo, nos conceda la gracia de resucitar gloriosamente con Él. Que contigo vive y reina.      R. Amen.  
Epístola
   San Pablo empieza aquí el relato evangélico de la Institución de la Eucaristía y exhorta seriamente a los cristianos a comulgar con las debidas disposiciones, para no hacerse reos de eterna condenación. Este aviso es sobre todo práctico hoy, día clásico de la comunión pascual.
Léctio Epístolæ beáti Pauli Apóstoli ad Corínthios. I Cor. 11, 20-32 - Fratres:  conveniéntibus ergo vobis in unum, jam non est domínicam cenam manducáre. Unusquísque enim suam cenam præsúmit ad manducándum. Et álius quidem esurit, álius autem ébrius est. Númquid domos non habétis ad manducándum et bibéndum? Aut ecclésiam Dei contémnitis, et confúnditis eos, qui non habent? Quid dicam vobis? Laudo vos? In hoc non laudo. Ego enim accépi a Dómino, quod et trádidi vobis, quóniam Dóminus Jesus, in qua nocte tradebátur, accépit panem, et grátias agens fregit, et dixit: «Accípite, et manducáte: hoc est corpus meum, quod pro vobis tradétur: hoc fácite in meam commemoratiónem». Simíliter et cálicem, póstquam cenávit, dicens: «Hic calix novum testaméntum est in meo sánguine: hoc fácite, quotiescúmque bibétis, in meam commemoratiónem». Quotiescúmque enim manducábitis panem hunc, et cálicem bibétis: mortem Dómini annuntiábitis, donec véniat. Itaque quicúmque manducáverit panem hunc vel bíberit cálicem Dómini indígne, reus erit córporis et sánguinis Dómini. Probet autem seípsum homo: et sic de pane illo edat et de cálice bibat. Qui enim mandúcat et bibit indígne, judícium sibi mandúcat et bibit, non dijúdicans corpus Dómini. Ideo inter vos multi infírmes et imbecílles, et dórmiunt multi. Quod si nosmetípsos dijudicarémus, non utique judicarémur. Dum judicámur autem, a Dómino corrípimur, ut non cum hoc mundo damnémur.

   Lección de la Epístola del Apóstol S. Pablo a los Corintios.: - Hermanos: Cuando os reunís, no es ya para celebrar la Cena del Señor. Porque cada uno come allí lo que ha llevado para cenar, sin atender a los demás. Y así, mientras unos sufren hambre, otros comen con exceso. Pues qué, ¿no tenéis vuestras casas para comer y beber? ¿O venís a profanar la Iglesia de Dios, y a avergonzar a los que nada tienen? ¿Qué os diré de esto? ¿Os alabaré? En eso no os alabo(2). Porque yo aprendí del Señor lo que también os tengo ya enseñado, y es, que el Señor Jesús, la noche misma en que había de ser traicionado, tomó el pan, y dando gracias, lo partió, y dijo: «Tomad y comed: Éste es mi cuerpo, que por vosotros será entregado a la muerte. Haced esto en memoria mía». Tomó asimismo el cáliz, y después de haber cenado, y dijo: « Este cáliz es el Nuevo Testamento en mi Sangre. Haced esto cuantas veces lo bebiereis en memoria mía». Pues o todas las veces que comiereis este pan y bebiereis este cáliz, anunciaréis la muerte del Señor hasta que venga y así, cualquiera que comiere este pan o bebiere el cáliz del Señor s: indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Por tanto, examínese a sí mismo el hombre, y entonces coma de aquel pan y beba de aquel cáliz. Porque quien le come y bebe indignamente, se come y bebe su propia conde nación, no haciendo el discernimiento del cuerpo del Señor(3). Por eso hay entre vosotros muchos enfermos y flacos, y mueren muchos(4). Pues si antes nos juzgásemos, no seríamos juzgados por Dios. Si bien cuando lo somos, el Señor nos castiga como a hijos, con el fin de que no seamos condenados juntamente con este mundo.
Salmodia
 GRADUALE - Phil. 2, 8-9  Christus factus est pro nobis obœdiens usque ad mortem, mortem autem crucis. Propter quod et Deus exaltávit illum: et dedit illi nomen, quod est super omne nomen.    Gradual. - Cristo se ha hecho obediente por nosotros hasta la muerte, y muerte de Cruz. V. Por lo cual también Dios le ensalzó, y le dio un nombre sobre todo nombre.
  Evangelio
   USequentia sancti Evangelii secundum Joánnem. Jo. 13, 1-5 -    In illo tempore: Ante diem autem festum Paschæ, sciens Jesus quia venit hora ejus, ut tránseat ex hoc mundo ad Patrem, cum dilexísset suos, qui erant in mundo, in finem diléxit eos. Et cena facta, cum diábolus jam misísset in cor, ut tráderet eum Júdas Simónis Iscariótæ, sciens quia ómnia dedit ei Pater in manus, et quia a Deo exivit, et ad Deum vadit, surgit a cena, et ponit vestiménta sua, et cum accepísset línteum, præcínxit se. Deinde mittit aquam in pelvim, et cœpit laváre pedes discipulórum, et extérgere linteo, quo erat præcínctus. Venit ergo ad Simónem Petrum. Et dicit ei Petrus: «Dómine, tu mihi lavas pedes?»  Respóndit Jesus, et dicit ei: «Quod ego fácio, tu nescis modo, scies autem postea».  Dicit ei Petrus: «Non lavábis mihi pedes in ætérnum». Respóndit ei Jesus: «Si non lávero te, non habes partem mecum». Dicit ei Simon Petrus: «Dómine, non tantum pedes meos, sed et manus et caput». Dicit ei Jesus: «Qui lotus est, non índiget nisi ut pedes lavet, sed est mundus totus. Et vos mundi estis, sed non omnes». Sciébat enim quisnam esset qui tráderet eum; proptérea dixit: Non estis mundi omnes. Póstquam ergo lavit pedes eórum, et accépit vestiménta sua, cum recubuísset íterum, dixit eis: «Scitis quid fécerim vobis? Vos vocátis me Magíster et Dómine, et bene dícitis; sum étenim. Si ergo ego lavi pedes vestros, Dóminus et Magíster: et vos debétis alter altérius laváre pedes. Exémplum enim dedi vobis, ut, quemádmodum ego feci vobis, ita et vos faciátis».



   Continuación del santo Evangelio según S. Juan - En aquel tiempo: La víspera del día solemne de Pascua, sabiendo Jesús que era llegada la hora de su tránsito de este mundo al Padre, como hubiese amado a los suyos, que vivían en el mundo, amólos hasta el fin(5), y así, acabada la Cena, cuando ya el diablo había sugerido al corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, el designio de entregarle, Jesús, sabiendo que el Padre le ha bía puesto todas las cosas en sus manos, y que como había venido de Dios, a Dios volvía; levántase de la mesa y quítase sus vestidos, y habiendo toma do una toalla, se la ciñe. Echa después agua en una jofaina, y pónese a lavar los pies de los discípulos y a limpiarlos con la toalla que se había ceñido. Viene a Simón Pedro, y Pedro le dice: ¡ Señor! ¿ Tú lavarme a mí los pies? Respondióle Jesús, y le dijo: Lo que Yo hago tú no lo entiendes ahora, lo entenderás después. Dícele Pedro: ¡Jamás me lavarás Tú a mí los pies! Respondióle Jesús: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo(6). Dícele Simón Pedro: ¡Señor! no sola mente los pies, sino las manos también y la cabeza. Jesús le dice: El que acaba de lavarse, no necesita lavarse más que los pies, estando como está limpio todo lo demás(7). Y en cuanto a vosotros, limpios estáis, mas no todos. Como sabia quién era el que le habla de hacer traición, por eso dijo: No todos estáis limpios. Habiéndoles ya lavabo los pies y tomado otra vez su vestido, puesto de nuevo a la mesa, díjoles: ¿Sabéis lo que acabo de hacer con vos otros? Vosotros me llamáis Maestro y Señor, y decís bien, porque lo soy. Pues si Yo, que soy el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, debéis también vosotros lavaros los pies unos a otros. Ejemplo os he dado, para que así como Yo he hecho con vosotros, así lo hagáis también vosotros. No se dice Credo.
    Es muy conveniente que, después del Evangelio, se tenga breve hornilla, para ilustrar los grandes misterios que en esta misa se celebran, la institución de la Sagrada Eucaristía y del Orden sacerdotal, corno también el Mandato del Señor acerca de la caridad fraterna.


NOTAS

  • (1) El castigo visible de Judas, al cual aquí se alude, fue su muerte temporal desastrosa, colgándose él mismo de una soga y reventando al caer al suelo, y no su muerte eterna, a sea, el infierno; ya que sólo Dios sabe cuál fue su verdadero paradero, al morir de esa forma.
  • (2) Reprende aquí San Pablo a los corintios por haber pervertido la piados y muy cristiana práctica primitiva de los ágapes fraternales en los que todos comían en común, como hijos de la misma mesa de familia, sin distinción de ricos y pobres. Ahora hacían ya sus platos aparte y se desentendían de los pobres. En la Eucaristía, verdadero banquete en común, participamos todos del mismo manjar que es el Cuerpo sacrosanto del Señor.
  • (3) Comulgar sacrílegamente es comer la propia condenación, por cuanto se abusa del Cuerpo del Señor.
  • (4)  Alude San Pablo a los castigos ejemplares que, por lo visto, recibían en su tiempo, en Corinto, los comulgantes sacrílegos; pues muchos de ellos hasta morían repentinamente, y otros se enfermaban.
  • (5) Hasta el fin de su vida, y todo lo que un Dios puede amar, o sea infinitamente.
  • (6)  Si el hombre no se deja lavar por Cristo en el Sacramento de la Confesión, no tendrá parte con Él, ni en la tierra, por gracia, ni en el Cielo, por gloria. ¡Que no lo olviden los que pretenden no necesitar confesarse, sin duda por creerse limpios! ¿Limpios, con años y años de pecados, y pecados de todo género. ¡Hipócritas! 
  • (7) El que está limpio de pecado mortal, no necesita, en efecto, para estar del todo limpio, más que purificarse de los veniales, los que puede efectuar, o confesándose, o de otros varios modos

SEMANA SANTA: MIÉRCOLES SANTO

MIÉRCOLES SANTO

(Estación en Santa María la Mayor)


La última reunión del Sanedrín

Hoy Se reúnen los príncipes de los sacerdotes y los ancianos en una sala del templo para deliberar por última vez sobre los medios para prender a Jesús. Se han discutido diversos planes. ¿Será prudente prenderle en estos días de Pascua, en los cuales toda la ciudad está llena de extranjeros que sólo conocen a Jesús por la ovación de que fue objeto tres días antes? ¿No hay incluso entre los habitantes de Jerusalén muchos que han aplaudido este triunfo? ¿No sería de temer su ciego entusiasmo por Jesús? No, no se puede pensar, por el momento, en esas medidas violentas; podría levantarse una sedición durante la celebración de la Pascua. Sus promotores fácilmente se habrían comprometido ante Poncio Pilato y habrían tenido que temer la furia del pueblo. Es preferible dejar pasar la fiesta y buscar otro medio de apoderarse sin ruido de la persona de Jesús.

Pero estos criminales se hacían ilusión al querer retardar por su propia voluntad la muerte del justo. Ellos aplazaban el asesinato; pero los planes divinos, que desde la eternidad prepararon un sacrificio para la salvación del género humano, fijaron este sacrificio precisa mente para esta fiesta de Pascua, que anunciará mañana la trompeta a toda la ciudad. Durante mucho tiempo se ha ofrecido el cordero misterioso en figura del verdadero: va a comenzar ya la Pascua que verá desaparecer las sombras ante la realidad. La sangre del Redentor, derramada por la mano de los ciegos pontífices se va a mezclar con la de las víctimas, que ya no se digna aceptar el Señor. El sacerdocio judaico no tardará en darse a sí mismo el golpe de gracia, inmolando al que ha de abrogar con su sangre la antigua alianza y sellar para siempre otra nueva.

La traición

Pero ¿cómo tomarán posesión los enemigos del Salvador de la víctima que tanto anhelan con deseos sanguinarios, sin alboroto y sin ruido? No han tenido en cuenta la traición. Uno de los discípulos de Jesús pide ser conducido a su presencia; tiene algo que proponerles; «¿Qué me dais, les dice, y yo os lo entregaré?» ¡Qué alegría para aquellos desdichados! Son doctores de la ley, y no se acuerdan del salmo CVIII, en el cual David había predicho con todo detalle esta venta abominable; ni tampoco del oráculo de Jeremías, que llega incluso a valorar el precio del rescate del Justo en treinta dineros de plata. Esta misma suma pide Judas a los enemigos de Jesús; éstos se la conceden al momento. Todo está concertado. Mañana irá Jesús a Jerusalén para celebrar la Pascua. Al caer del sol se retirará, como de costumbre a un huerto que se halla en la ladera del monte del Olivar. Pero, en la oscuridad de la noche, ¿cómo lo van a conocer los encargados de prenderle? Judas lo ha previsto todo. Los soldados podrán detener con toda confianza a quien él diere un beso.

Tal es la horrible iniquidad, que se lleva a cabo entre los muros del templo de Jerusalén. Para manifestar su execración y para dar una satisfacción al Hijo de Dios, tan indignamente ultrajado por este pacto monstruoso, ya desde los primeros siglos la Iglesia ha consagrado el miércoles a la penitencia. Aun hoy día comienza la Cuaresma por miércoles, y cuando la Iglesia, en cada una de las estaciones, quiere que dediquemos cuatro días al ayuno y a la mortificación de nuestro cuerpo, uno de esos días es el miércoles.

El sexto escrutinio

Antiguamente, tenía lugar en este día el sexto escrutinio para la admisión de los catecúmenos al bautismo. A este escrutinio asistían aquellos que, siendo dignos del bautismo, aún no habían sido señalados definitivamente para recibirle. En la misa había dos lecturas, sacadas de los profetas, como en el día del gran Escrutinio, el miércoles de la cuarta semana de Cuaresma. Los catecúmenos sallan de la Iglesia como de costumbre, después del Evangelio. Pero una vez que se había acabado el santo Sacrificio volvían a entrar; entonces uno de los sacerdotes les decía: «El sábado 545 próximo, vigilia de Pascua, a tal hora, os reuniréis en la Basílica de Letrán, para el séptimo Escrutinio; después diréis de memoria el Símbolo que debéis haber aprendido de antemano; por fin, con el auxilio de la divina gracia, recibiréis el baño sagrado de vuestra regeneración. Preparaos a él con oraciones y ayunos continuos, con celo y humildad, para que, sepultado con Cristo en el bautismo, merezcáis resucitar con El a la vida eterna.» Así sea.

En Roma se celebra la Estación, en Santa María la Mayor. Compartamos los dolores de nuestra Madre, cuyo corazón experimenta las más crueles angustias en espera del sacrificio, que no tardará en realizarse.

SANTA MISA

La Iglesia comienza en el Introito por la glorificación del santo Nombre de Jesús, ultrajado hoy por los hombres, que lo pronuncian con tanto odio en la trama que preparan contra aquel a quien le fue impuesto para nuestra salvación. Este Nombre bendito significa Salvador: Estos son los días en los que este nombre sagrado recibe su pleno significado.

Introito

En el nombre de Jesús dóblese toda rodilla en los cielos, en la tierra y en los infiernos: porque el Señor se hizo obediente hasta la muerte, hasta la muerte de cruz: por eso el Señor, Jesucristo, está en la gloria de Dios Padre. — Salmo: Señor, escucha mi oración: y llegue a ti mi clamor. — En el nombre…

En la primera Colecta, la Iglesia confiesa que sus hijos han pecado; pero presenta a Dios la Pasión, que ha sufrido su Hijo único por ellos, y confía en El.

Colecta

Doblemos las rodillas.

Levantaos.

Suplicámoste, oh Dios omnipotente, hagas que, los que somos afligidos sin cesar por nuestros excesos, seamos libertados por la Pasión de tu unigénito Hijo. El cual vive y reina contigo…

Epístola

Lección del Profeta Isaías (LXII, 11; LXIII, 1-7).

Esto dice el Señor Dios: Decid a la hija de Sión: He aquí que viene tu Salvador, y trae consigo su galardón. ¿Quién es ese que viene de Edón y Bosra, con los vestidos teñidos? ¿Ese hermoso en su vestido, que marcha con gran fortaleza? Soy yo, el que hablo justicia, y lucho para salvaros. ¿Por qué es rojo tu vestido, y tus ropas como las de los que pisan el lagar? Yo solo he pisado el lagar, y de los pueblos no hubo nadie conmigo: lo pisé con mi furor, y los hollé con mi ira: y su sangre salpicó mis vestiduras, y manché todas mis ropas. Porque el día de la venganza está en mi corazón, y ha llegado el año de mi redención. Miré en torno, y no hubo un auxiliador: busqué, y no encontré quien me ayudara; y mi brazo me salvó, y me auxilió mi indignación. Y hollé a los pueblos con mi furor, y los embriagué de mi ira, y eché por tierra su fortaleza. Me acordaré de las misericordias del Señor, y le tributaré alabanza por todo lo que nos ha dado el Señor, nuestro Dios.

La victoria del Mesías

«¡Qué terrible es este libertador, que aplasta a sus enemigos bajo la planta de sus pies, como los racimos en el lagar, hasta el punto de teñirse los vestidos con su sangre! ¿Pero no es hoy el día de exaltar la fuerza de su brazo, hoy que ha sido colmado de humillaciones, que sus enemigos, le han comprado a uno de sus discípulos por el más ignominioso de los tratos? No permanecerá siempre humillado; pronto se levantará, y la tierra conocerá cuál es su poder, ante los castigos de que colmará a los que se atrevieren a pisotearle. Jerusalén se dispone a lapidar a los que van a predicar su nombre; ella sería la más cruel de las madrastras para estos verdaderos israelitas, que, dóciles a las enseñanzas de los Profetas, han reconocido en Jesús todos los signos manifestativos del Mesías. La Sinagoga intentará ahogar a la Iglesia naciente; pero apenas la Iglesia se haya vuelto hacia los gentiles, después de haber sacudido el polvo de sus pies contra Jerusalén, que le ha traicionado y crucificado, la venganza de Cristo caerá sobre esta ciudad. Con todo eso la ruina de Jerusalén no es más que la figura de la otra ruina a la que está destinado el mundo culpable, cuando el divino vengador, al cual vemos contradecir y despreciar todos los días, aparezca sobre las nubes para restablecer su honor ultrajado. Por ahora permite que le entreguen, le escupan y le maltraten; pero cuando haya llegado el tiempo de rescatar a los suyos, el día de la venganza reclamado por los deseos del justo», bienaventurados los que le hayan conocido, los que hayan compartido con El sus humillaciones y dolores. ¡Desdichados los que no hayan visto en El más que un simple mortal! ¡Desgraciados aquellos que no contentos con sacudir de sus propios hombros el suave yugo de Cristo, han impedido que se extendiese su reino entre los demás! Porque Cristo es Rey; ha venido a este mundo para reinar y los que no hayan querido soportar su clemencia no podrán huir de su justicia.

El Gradual que sigue a esta lectura de Isaías es un grito de angustia que lanza el Mesías por boca de David.

Gradual

No apartes tu cara de tu siervo, porque estoy atribulado: óyeme velozmente, J. Sálvame, oh Dios, porque las aguas han entrado hasta mi alma: estoy hundido en profundo cieno, y no tengo donde asentar el pie.

En la segunda Colecta la Iglesia recuerda una vez más a Dios Padre el suplicio que su Hijo único quiso soportar para librarnos de la cautividad del enemigo y pide también que nosotros tengamos parte en su gloriosa resurrección.

Colecta

Oh Dios, que quisiste que tu Hijo sufriese por nosotros el patíbulo de la cruz, para expulsar de nosotros el poder del enemigo: concédenos, a nosotros tus siervos, el que consigamos la gracia de la resurrección. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor.

Epístola

Lección del Profeta Isaías (LUI, 1-12).

En aquellos días dijo Isaías: Señor, ¿quién ha creído en nuestro anuncio? ¿Y a quién ha sido revelado el brazo del Señor? Y subía como un renuevo delante de él, y como una raíz de la tierra sedienta: no tenía belleza, ni decoro: y le vimos, y no tenía aspecto, para que le deseáramos. (Le vimos) despreciado, y el último de los hombres, hecho varón de dolores, y sabedor de quebranto: y su rostro como escondido, y despreciado, por eso no le estimamos. Tomó verdaderamente sobre sí nuestras dolencias, y llevó El mismo nuestros dolores: y nosotros le consideramos como un leproso, y un castigado de Dios, y un humillado. Porque El fue herido por nuestras iniquidades, fue triturado por nuestros pecados: el castigo, que nos ganó la paz, cayó sobre El; con sus llagas fuimos nosotros curados. Todos nosotros éramos como ovejas errantes, marchando cada cual por su vereda: y el Señor cargó sobre El solo la iniquidad de todos nosotros. Se ofreció, porque quiso; y no abrió su boca: fue llevado a la muerte como una oveja, y calló como un cordero ante el esquilador, y no abrió su boca. Fue quitado de la angustia y del juicio: ¿quién contará su generación? Porque fue arrancado de la tierra de los vivientes: le herí por el crimen de mi pueblo. Y fue su sepultura con los impíos, y con los ricos su muerte: porque nunca hizo Él maldad, y no hubo dolo en su boca. Y el Señor quiso triturarle con el sufrimiento. Si pusiere su vida en expiación del pecado, verá larga descendencia, y la voluntad del Señor estará siempre en su mano. Verá y se saciará del trabajo de su alma: con su ciencia justificará mi justo siervo a muchos, y El mismo llevará sus iniquidades. Por eso, yo le daré parte con los grandes, y repartirá despojos con los fuertes, porque entregó su alma a la muerte, y fue contado entre los malhechores: y El mismo llevó los pecados de muchos, y rogó por los transgresores.

Los padecimientos del Mesías

Una vez más oímos la voz de Isaías en esta profecía; pero esta vez no es el profeta sublime que cantaba poco hace las venganzas del Emmanuel. Cuenta los padecimientos del Hombre-Dios, «del último de los hombres, del varón de dolores, del entregado al sufrimiento». Por este pasaje con razón se puede llamar con los Santos Padres, al más elocuente de los Profetas, el quinto Evangelista. ¿No resume por anticipado el relato de la Pasión, cuando nos muestra al Hijo de Dios «semejante a un leproso, a un hombre herido por Dios y humillado a sus golpes»? Pero nosotros, a quienes la Iglesia lee estas páginas inspiradas, y que’ vemos juntamente el Antiguo y el Nuevo Testamento para darnos todas las señales de la Víctima universal, ¿cómo reconoceremos el amor que nos muestra Jesús cuando toma sobre sí todos los castigos que merecíamos nosotros?

«Por sus heridas hemos sido curados nosotros.» ¡Oh médico divino, que toma sobre sí las heridas de los que quiere curar! Pero no sólo «ha sido herido por nosotros, sino que también ha sido degollado como cordero en el matadero». Pero por ventura no ha hecho más que someterse a la inflexible justicia del Padre, «que ha cargado sobre Él todas nuestras iniquidades». Oíd al Profeta: «Si ha sido inmolado, ha sido porque Él lo ha querido.» Su amor para con nosotros es igual a la sumisión del Padre. Fijaos cómo calla ante Pilatos que con una sola palabra podía arrebatarle de las manos de sus enemigos. «Está en silencio, sin abrir su boca como el cordero ante el esquilador.»

Adoremos este silencio al cual debemos nuestra salvación; recojamos todos los detalles de una entrega que nunca haría un hombre por otro y que no pudo ejecutarla más que el corazón de un Dios. ¡Cómo nos ama a nosotros, que somos su estirpe, los hijos de su sangre, el galardón de su sacrificio! Iglesia Santa, descendiente de Cristo en la cruz, tú le eres querida; te ha comprado a gran precio y por eso se complace en ti. Almas fieles, devolvedle, amor por amor; almas pecadoras, sedle fieles, sacad la vida de su sangre y acordaos que, si «todos nosotros hemos estado perdidos como ovejas sin pastor», el Señor «ha tomado sobre sí todas nuestras iniquidades». No hay pecador ni pagano, ni infiel tan culpable, que no tenga parte en esta sangre preciosa, cuya virtud infinita sería suficiente para redimir a miles de millones de mundos más pecadores que el nuestro.

El Tracto que sigue a esta lección está compuesto de algunos versículos del salmo CI: En ellos se nos muestran los padecimientos de la naturaleza humana en Cristo, en medio de sus abatimientos.

Tracto

Señor, escucha mi oración, y llegue a ti mi clamor. V. No apartes tu cara de mí: en cualquier día, que sea atribulado, inclina hacia mí tu oído. J. En cualquier día que te invocare, óyeme velozmente. V. Porque mis días se han disipado como el humo: y mis huesos están quemados como un tizón. 7. He sido herido como el heno, y mi corazón se ha secado: porque me he olvidado de comer mi pan. V. Pero, cuando te levantes tú, Señor, tendrás piedad de Sión: porque habrá llegado el tiempo de compadecerse de ella.

A continuación, se lee la Pasión según San Lucas. Este Evangelista nos proporciona muchos detalles, que habían suprimidos los dos primeros Evangelistas; con su auxilio podemos penetrar más y más en el misterio de los padecimientos del sacrificio del Hombre-Dios,

En el Ofertorio se oye otra vez la voz de Cristo, que implora la ayuda de Dios y pide a su Padre que no aparte su mirada de su propio Hijo, que es víctima de toda clase de dolores, tanto del cuerpo como del alma.

Ofertorio

Señor, escucha mi oración, y llegue a ti mi clamor: No apartes tu cara de mí.

En la Secreta pide la Iglesia que tengamos un amor sincero al misterio divino en el cual se renueva cada día la Pasión del Salvador.

Secreta

Acepta, Señor, el don ofrecido, y dígnate hacer que consigamos con piadosos afectos lo que celebramos con el misterio de la Pasión de tu Hijo, nuestro Señor. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor.

Para la antífona de la Comunión la Iglesia toma otra vez algunos versículos del mismo salmo CL, que ha empleado en el tracto y en el ofertorio.

Comunión

Mi bebida mezclo con lloro: porque, elevándome, me has estrellado: y me he secado como el heno: mas tú, Señor, permaneces para siempre: levantándote tú. tendrás piedad de Sión, porque ha llegado el tiempo de tener piedad de ella.

La muerte del Hijo de Dios debe ser para nosotros un motivo para que confiemos cada día más en la misericordia de Dios. Esta confianza es el primer eslabón de nuestra salvación. Esta es la confianza, que pide la Iglesia para nosotros en la Poscomunión.

Poscomunión

Concede a nuestros sentidos, oh Dios omnipotente, el que, mediante la muerte temporal de tu Hijo, representada en estos venerandos Misterios, confiemos que nos has dado la vida eterna. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor.

Oración

Humillad vuestras cabezas a Dios.

Suplicámoste, Señor, mires a esta tu familia, por la que nuestro Señor Jesucristo no dudó en ser entregado en manos de los verdugos y en sufrir el tormento de la cruz. El, que vive y reina contigo.

_________

TOMADO DE RADIO CRISTIANDAD

_________

28/III SAN GUNTRANO, Rey y Confesor

28 de Marzo

SAN GUNTRANORey y Confesor

Cada uno de nosotros procure dar gusto a su prójimo
en lo que es bueno y pueda edificarle.
(Romanos, 15, 2).

   San Guntrano, rey de Borgoña, era nieto de Santa Clotilde, reina de Francia. Cumplió con todos los deberes de un rey. Amaba tiernamente a sus súbditos, y perdonaba generosamente a sus enemigos. Pocos monarcas hubo tan populares como él. Durante una peste, se ofreció como víctima al Señor para que se librara el pueblo. Después de haber fundado o dotado a muchas iglesias y monasterios, murió el 28 de marzo del año 593, a los 68 años de edad.

MEDITACIÓN
SOBRE LAS BUENAS OBRAS

I. Haz tantas obras buenas cuantas puedas mientras vivas; lo demás carece de valor después de la muerte. No dejes pasar ni un solo día sin que lo señales con alguna acción buena. La vida presente es breve, la futura es eterna. Hay que expiar los pecados cometidos: redímelos haciendo limosna a los pobres. ¿Por qué respetas la efigie del príncipe esculpida en el mármol o acuñada en el oro, y desprecias la imagen de Dios en la persona del pobre? (San Agustín)

II. Que sean buenas tus acciones delante de Dios y no sólo delante de los hombres; para ello realízalas para agradar a Dios, y tal como quiere Él que las hagas. Cuídate de que no estén viciadas por la vanidad y el amor propio; si así no lo hicieres, no tendrás otra recompensa que la que el mundo te dé. ¡Qué!, mi corazón es tan pequeño, mi vida tan corta. ¿y querré yo partirlos entre Dios y el mundo?

III. También tienes la obligación de hacer el bien delante de los hombres, les debes el buen ejemplo. Sin vacilar declárate a favor de Dios, y nadie se atreverá, en tu presencia, a realizar un acto que le ofenda. No te avergüences cuando llegue la ocasión de salir en defensa del Evangelio, y el momento de comportarte como verdadero cristiano; acaso rían a costa tuya: regocíjate entonces. ¿El mundo no aprueba tus actos? Señal es que tienes el espíritu de Jesucristo. El cristiano es amado por Dios cuando es maltratado por el mundo. (San Ignacio).

La limosna
Orad por los que os gobiernan.

ORACIÓN

   Oh Dios, que todos los años nos proporcionáis un nuevo motivo de gozo con la fiesta del bienaventurado Guntrano, vuestro confesor, haced, por vuestra bondad, que honrando la nueva vida que ha recibido en el cielo, imitemos la que vivió en la tierra. Por J. C. N. S. Amén.

27/III SAN JUAN DAMASCENO, Doctor de la Iglesia

27 de Marzo

SAN JUAN DAMASCENO, Doctor de la Iglesia

   
   San Juan Damasceno, el último Padre de la Iglesia de Oriente, nació en Damasco (por eso se le llama "Damasceno"), hacia el 675, fue ordenado sacerdote antes del 726 en Jerusalén, predicador de la iglesia del Santo Sepulcro, murió en el 749. León XIII lo proclamó doctor de la Iglesia.

   Su fama se debe principalmente a que él fue el primero que escribió defendiendo la veneración de las imágenes.

   Era hijo de un alto empleado del Califa de Damasco, y ejerció también el importante cargo de ministro de Hacienda en esa capital. Pero de pronto dejó todos sus bienes, los repartió entre los pobres y se fue de monje al monasterio de San Sabas, cerca de Jerusalén, y allí se dedicó por completo a leer y escribir.

   Juan se dio cuenta de que Dios le había concedido una facilidad especial para escribir para el pueblo, y especialmente para resumir los escritos de otros autores y presentarlos de manera que la gente sencilla los pudiera entender.

   Al principio sus compañeros del monasterio se escandalizaban de que Juan se dedicara a escurrir versos y libros, porque ese oficio no se había acostumbrado en aquella comunidad. Pero de pronto cambiaron de opinión y le dieron plena libertad de escribir (dice la tradición que este cambio se debió a que el superior del monasterio oyó en sueños que Nuestro Señor le mandaba dar plena libertad a Damasceno para que escribiera).

   En aquel tiempo un emperador de Constantinopla, León el Isaúrico, dispuso prohibir el culto a las imágenes, metiendose él en los asuntos de la Iglesia, cosa que no le pertenecía, y demostrando una gran ignorancia en religión, como se lo probó en carta famosa el Papa Gregorio II. Y fue entonces cuando le salió al combate con sus escritos San Juan Damasceno. Como nuestro santo vivía en territorios que no pertenecían al emperador (Siria era de los Califas mahometanos), podía escribir libremente sin peligro de ser encarcelado. Y así fue que empezó a propagar pequeños escritos a favor de las imágenes, y estos corrían de mano en mano por todo el imperio.

   El iconoclasta León el Isaúrico, decía que los católicos adoran las imágenes (se llama iconoclasta al que destruye imágenes). San Juan Damasceno le respondió que nosotros no adoramos imágenes, sino que las veneramos, lo cual es totalmente distinto. Adorar es creer que una imagen en un Dios que puede hacernos milagros. Eso sí es pecado de idolatría. Pero venerar es rendirle culto a una imagen porque ella nos recuerda un personaje que amamos mucho, por ejemplo Jesucristo, la Santísima Virgen o un santo. Los católicos no adoramos imágenes (no creemos que ellas son dioses o que nos van a hacer milagros. Son sólo yeso o papel o madera, etc.) pero sí las veneramos, porque al verlas recordamos cuanto nos han amado Jesucristo o la Virgen o los santos. Lo que la S. Biblia prohíbe es hacer imágenes para adorarlas, pero no prohibe venerarlas (porque entonces en ningún país podían hacerse imágenes de sus héroes y nadie podría conservar el retrato de sus padres).

   El icono de "La Virgen de tres manos" honra la memoria de este santo. Según la hagiografía, el emperador León III habría hecho llegar al Califa una carta falsificada en la que el santo incitaba al emperador a conquistar Siria. Por orden del Califa al santo le fue amputada la mano derecha. Víctima del suplicio, éste corrió a rezar frente al ícono de la Virgen con el Niño.

   Gracias a la intercesión de la Madre recuperó de forma milagrosa la mano amputada, y en señal de agradecimiento, San Juan hizo añadir una mano votiva en la parte interior del icono. Este icono sería el prototipo de todos los denominados "La Virgen de las tres manos". Basa en un recuerdo histórico, la tercera mano recibe una interpretación alegórica: mano auxiliadora de la Madre de Dios que siempre ayuda a los fieles como se manifestó milagrosamente a este santo.

   Subrayando el papel de los textos de las Escrituras, San Juan Damasceno revaloriza el papel de los sentidos del hombre en la vida espiritual. Decía en sus escritos: "lo que es un libro para los que saben leer, es una imagen para los que no leen. Lo que se enseña con palabras al oído, lo enseña una imagen a los ojos. Las imágenes son el catecismo de los que no leen".

   En palabras de este santo, santificados el oído y la vista conducen hacia la gloria de la divinidad: "los apóstoles han visto corporalmente a Cristo, sus sufrimientos y sus milagros y han oído sus palabras; también nosotros queremos ver y oír para ser beatos. Ellos lo vieron cara a cara ya que estaban presentes corporalmente; también nosotros; puesto que no está presente corporalmente, escuchamos sus palabras a través de los libros y por ellos somos santificados y beneficiados y los adoramos venerando los libros que nos han hecho oír sus palabras. Lo mismo ocurre para el icono dibujado; nosotros contemplamos sus trazos y por cuanto Él está entre nosotros captamos el espíritu de la gloria de su divinidad. Somos dobles, hechos de alma y cuerpo y nuestra alma nos es desnuda sino como envuelta por un manto; nos es difícil llegar a lo espiritual silo corpóreo. Habiendo palabras sensibles escuchamos con nuestros oídos corpóreos y recogemos las cosas espirituales; del mismo modo a través de la contemplación corpórea alcanzamos la contemplación espiritual".

27/III SAN JUAN, Ermitañoo

27 de Marzo

SAN JUAN, Ermitaño

Si alguien habla, que sea como si hablase Dios.
(1 Pedro, 4, 11).

   San Juan guardó silencio casi continuo durante los 50 años que pasó sobre la roca que había elegido para su retiro. Sanaba a los enfermos dándoles aceite bendito, a fin de que se atribuye se el milagro a Dios por medio de este aceite más bien que a Dios por medio de sus oraciones. Decía que cuanto más se alejaba de los hombres, más gustaba del placer de estar con Dios. Predijo al emperador Teodosio las victorias que habría de obtener. ¿Es para asombrarse que conociese lo por venir? Dios manifiesta sus secretos a aquellos que larga y familiarmente conversan con Él.

MEDITACIÓN
SOBRE LAS PALABRAS

I. Un cristiano jamás debe pronunciar una mala palabra; debe evitar con el mayor esmero las palabras deshonestas, las conversaciones demasiado libres, las blasfemias y las detracciones. Nada más fácil que pecar con palabras; difícil es, a menudo imposible, curar las heridas que se infieren con la lengua y reparar el perjuicio que se causa al prójimo con ella, ¿Te gustaría que se hablase de ti como hablas tú de los demás?

II. Evita aun las chanzas y las palabras inútiles. Si te habitúas a las burlas, muy pronto se deslizarán en tus conversaciones las palabras de doble sentido y las contrarias a la caridad; y, no pocas veces, preferirás herir la caridad o la modestia antes que callar una agudeza. Rendirás cuenta, en el día del juicio, hasta de la menor palabra inútil que hayas dicho. Concededme, Señor, la gracia de gobernar mi lengua; guardad mis labios, (Salmo).

III. Para evitar todos estos defectos no has de hablar a menudo ni mucho, Si hablas mucho llegarás a ofender a Dios o al prójimo. Sabio te manifestarás si te callas; hombre de poco juicio si hablas mucho, Muy frecuentemente te arrepentirás de haber hablado, nunca de haber guardado silencio. Habla cuando tengas que decir algo bueno preferible al silencio; mas, cuando sea mejor callar que hablar, cállate (San Gregorio).

El silencio
Orad por los religiosos.

ORACIÓN

   Oh Dios, que todos los años nos proporcionáis nuevo motivo de gozo con la fiesta del bienaventurado Juan, vuestro confesor, haced, por vuestra bondad, que honrando la nueva vida que ha recibido e1 el cielo, imitemos la que vivió en la tierra. Por J. C N. S. Amén.

SEMANA SANTA: MARTES SANTO

MARTES SANTO


(Estación en la Iglesia de Santa Prisca, Roma)

LA HIGUERA MALDITA

Este día vuelve de nuevo Jesús a Jerusalén muy de mañana. Quiere dirigirse al templo y confirmar allí sus últimas enseñanzas. Claramente prevé que el desenlace de su misión va a comenzar. El mismo acaba de decir a sus discípulos: "Dentro de dos días se celebrará la Pascua y el Hijo del hombre será entregado para ser crucificado"1. Los discípulos que marchan en compañía de su maestro por el camino de Betania a Jerusalén quedan estupefactos al contemplar la higuera que Jesús había maldito el día anterior. Se había secado como un leño cortado, desde las raíces hasta las hojas. Pedro se acerca a Jesús y le dice: "Maestro, mira la higuera que maldijiste; se ha secado." Jesús aprovecha la ocasión para enseñarnos que la materia está sometida al espíritu cuando éste se mantiene unido a Dios por la fe y dice: "Tened fe en Dios: en verdad os digo que cualquiera que dijere a este monte: levántate y arrójate al mar y no dudare en su corazón, mas creyere que se hará todo cuanto dijere, todo le será hecho. Por tanto os digo que todas las cosas que pidiereis en vuestra oración creed que las recibiréis; y se os darán.


JESÚS EN EL TEMPLO

Continuando el camino, pronto se entra en la ciudad, y a penas ha llegado Jesús al templo, se le acercan los príncipes de los sacerdotes, los escribas y los ancianos y le preguntan: "¿Con qué poder haces estas cosas, quién te ha dado tal poder?"'. Se puede ver en el Santo Evangelio la respuesta de Jesús, así como las diversas enseñanzas que dió con ocasión de este encuentro. No hacemos más que indicar, de un modo general, el uso que hizo de las últimas horas de su vida mortal nuestro divino Redentor; la meditación del Evangelio suplirá lo que no decimos. Como los días precedentes, sale de la ciudad por la tarde, y atravesando el monte de los Olivos, se retira a Betania, con su Madre y sus amigos. La Iglesia lee hoy, en la Misa, el relato de la Pasión según San Marcos. En orden cronológico el Evangelio de San Marcos fué escrito después del de San Mateo: Por esta razón se da el segundo lugar a la Pasión según San Marcos. Es más corta que la de San Mateo y parece un resumen de la misma; pero se encuentran en ella ciertos detalles que son propios de este Evangelista y nos muestran las notas de un testigo ocular. Todos sabemos, en efecto, que San Marcos fué discípulo de San Pedro y que escribió su Evangelio bajo la dirección del Príncipe de los Apóstoles.

En Roma se celebra la Estación en la Iglesia de Santa Prisca.

MISA

Dentro de tres días se alzará la cruz sobre el monte, sosteniendo en sus brazos al autor de nuestra salvación. En el introito de hoy, la Iglesia nos manda saludar por anticipado al trofeo de nuestra victoria y gloriarnos en él.

INTROITO

Mas a nosotros nos conviene gloriarnos de la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo: en quien están nuestra salud, nuestra vida y nuestra resurrección: por el cual hemos sido salvados y libertados. — Salmo: Compadézcase Dios de nosotros, y bendíganos: brille sobre nosotros su rostro, y tenga piedad de nosotros.— Mas a nosotros... En la colecta, la Iglesia pide que el santo aniversario de la Pasión del Salvador sea para nosotros fuente de misericordia, y que no se termine sin que nosotros seamos plenamente reconciliados con la divina justicia.

COLECTA

Omnipotente y sempiterno Dios: haz que celebremos los Misterios de ,1a Pasión del Señor de tal modo, que merezcamos alcanzar nuestro perdón. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor. 

Lección del Profeta Jeremías (XI, 18-20). En aquellos días dijo Jeremías: Señor, tú me lo demostrastes y yo lo conocí: entonces me hiciste ver sus obras. Y yo fui como un cordero manso, que llevan a degollar: y no conocí que maquinaban contra mí designios, diciendo: Destruyamos el árbol con su fruto, y arranquémosle de la tierra de los vivientes, y su nombre no se recuerde ya más. Pero tú, Señor de los Ejércitos, que juzgas justamente, y escrutas los riñones y los corazones, harás que yo vea tu venganza en ellos: porque a ti, Señor, Dios mío, he revelado mi causa.

LA INMOLACIÓN DEL MESÍAS.

Una vez más deja oír su voz el profeta Jeremías. Hoy nos presenta las propias palabras de sus enemigos que han conspirado para darle muerte. Todo es misterioso; se siente que el profeta es aquí figura de uno mayor que él. "Pongamos, dicen, astillas en su pan", es decir: Arrojemos un lefio venenoso en su alimento para causarle la muerte. Tal es el sentido literal cuando no se refiere más que al profeta; pero, ¡cuánto mejor se cumplen estas palabras en nuestro Redentor! La carne divina, nos dice, es el pan verdadero bajado del cielo; este Pan, este cuerpo del Hombre-Dios está destrozado, ensangrentado; los judíos le clavan sobre un madero de modo que está traspasado de dolor al mismo tiempo que este madero está completamente bañado en su sangre. Sobre este madero se inmola el Cordero de Dios; y por este sacrificio participamos del Pan celestial, que es al mismo tiempo la carne del Cordero y nuestra verdadera Pascua, El gradual, tomado del salmo XXXIV, nos muestra el contraste de la vida humilde del Salvador con los aires amenazadores y arrogantes de sus enemigos.

GRADUAL

Pero yo, cuando ellos me molestaban, me vestía de cilicio, y humillaba mi alma con el ayuno: y mi oración se revolvía en mi seno. J. Juzga, Señor, a los que me dañan, vence a los que me combaten, empuña las armas, y el escudo, y levántate en mi ayuda.
La Pasión según San Marcos se canta después del Gradual con los mismos ritos que se observaron en la de San Mateo.
En el Ofertorio, el Mesías pide a su Padre socorro contra las asechanzas de sus enemigos que se disponen a hacerle morir.

OFERTORIO

Guárdame, Señor, de la mano del pecador: y líbrame de los hombres inicuos. En la Secreta, la Iglesia presenta a la divina Majestad el tributo de nuestros ayunos con la hostia santa de la cual toman su mérito y eficacia. 

Suplicárnoste, Señor, hagas que estos sacrificios, santificados con saludables ayunos, nos restauren eficazmente. Por el Señor. Las palabras del salmista, que la Iglesia toma para la Antífona de la Comunión nos muestran la audacia siempre creciente de los enemigos del Salvador y las disposiciones de su alma en los días que precedieron a su sacrificio.

COMUNIÓN

Hablan contra mí los que se sientan en la puerta: y cantan coplas contra mí los que beben vino: pero yo, Señor, dirijo a ti mi oración en el tiempo de tu voluntad, fiado, oh Dios, en la muchedumbre de tus misericordias.
En la Poscomunión la Iglesia pide, por los méritos del Sacrificio que acaba de renovar, el perdón completo de todos nuestros males, cuyo remedio es la sangre del Cordero divino.

POSCOMUNIÓN

Haz, oh Dios omnipotentente, que con tus santos Misterios se curen nuestros vicios, y alcancemos los remedios sempiternos. Por el Señor. Humillad vuestras cabezas delante de Dios. ORACION Haz, Señor, que tu misericordia nos purifique de todo rastro de vejez, y nos haga capaces de la santa novedad. Por el Señor. 

SEMANA SANTA: LUNES SANTO

LUNES SANTO
(El Año Litúrgico- Dom. Próspero Guerangér)


La higuera maldita.

Jesús vuelve de nuevo a Jerusalén con sus discípulos muy de mañana. Había partido en ayunas y, según el Evangelio, en medio de su camino sintió hambre.

Se acerca el Señor a una higuera: no tiene más que hojas. Queriendo darnos una lección, Jesús maldice a la higuera, que se seca al momento.

Entonces anuncia el castigo de aquellos que se contentan con los buenos deseos sin producir frutos de conversión.

La alusión a Jerusalén no era menos conminativa. Esta ciudad llena de celo por el culto externo tenía el corazón obcecado y endurecido; no tardaría mucho en desechar y crucificar al Hijo de Dios, de Abrahán, de Isaac y de Jacob.

Pasó gran parte del día en el templo, donde Jesús discutió largamente con los Príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo. Hablaba con una vehemencia inusitada y deshacía sus preguntas insidiosas. Véanse los capítulos XXI, XXII y XXIII en que San Mateo pone de relieve la vehemencia de sus discursos en los que apostrofa con una energía creciente el crimen de su infidelidad y la terrible venganza que llevará consigo.

Castigo de Jerusalén.

Finalmente, Jesús salió del templo y se dirigió a Betania. Habiendo llegado al monte de los olivos, desde donde se dominaba la ciudad, se sentó un momento. Sus discípulos aprovecharon este descanso para preguntarle en qué tiempo tendrían lugar los castigos que acababa de predecir contra el templo.

Entonces Jesús, viendo proféticamente los desastres de Jerusalén y las calamidades del fin del mundo, pues la primera de estas desgracias es la figura de la segunda, anunció que sucedería cuando el pecado hubiese llegado a su colmo.

En lo tocante a la destrucción de Jerusalén fijó la fecha al decir: «En verdad os digo que no pasará esta generación sin que se hayan cumplido todas estas cosas». Así fue; apenas habían trascurrido cuarenta años cuando los ejércitos imperiales preparados para exterminar el pueblo deicida, ponían sus tiendas en lo alto del monte Olivete, en el mismo lugar en que estaba ahora el Salvador y desde allí amenazaban a la Jerusalén ingrata y menospreciadora.

Después de haber conversado largamente acerca del juicio final en el que serán juzgados todos los hombres, Jesús entra en Betania y consuela con su presencia el corazón traspasado de dolor de su Santísima Madre.

La Estación en Roma se celebra en la iglesia de Santa Práxedes. Esta iglesia, además de 2.300 cuerpos de mártires extraídos de las catacumbas y depositados en ella en el siglo IX por el Papa San Pascual I, posee la columna en que el Salvador fue flagelado, una importante reliquia de la Vera Cruz, tres espinas de la Corona, donadas por San Luis y las reliquias de San Carlos Borromeo.

SANTA MISA

Las palabras del Introito están tomadas del Sal. XXXIV. Cristo invoca, por boca del profeta, el auxilio de su Padre contra los enemigos que le acechan por todas partes.

Introito

Juzga, Señor, a los que me dañan, vence a los que me combaten: empuña las armas y el escudo, y levántate en mi ayuda, Señor, fortaleza de mi salud. — Salmo: Saca la espada, y cierra contra los que me persiguen: di a mi alma: Yo soy tu salud. — Juzga, Señor…

En la colecta la Iglesia nos enseña a recurrir a los méritos de la Pasión del Redentor cuando queramos obtener de Dios socorro en nuestras necesidades.

Colecta

Suplicámoste, oh Dios omnipotente, hagas que, los que desfallecemos, por nuestra flaqueza, en medio de tantas adversidades, respiremos por los méritos de la Pasión de tu unigénito Hijo, que vive y reina contigo.

Epístola

Lección del Profeta Isaías (L, 5-10).

En aquellos días dijo Isaías: El Señor Dios me abrió el oído, y yo no le contradije: no me torné atrás. Di mi cuerpo a los que me herían, y mis mejillas a los que me mesaban el cabello: no aparté mi rostro de los que me injuriaban y escupían. El Señor Dios fue mi auxiliador, por eso no fui confundido: por eso puse en mi cara como una roca durísima, y sé que no seré confundido. Cerca está el que me justifica: ¿quién me contradirá? Estemos juntos: ¿quién será mi adversario? Acérquese a mí. He aquí que el Señor Dios es mi auxiliador: ¿quién me condenará? He aquí que todos envejecerán como un vestido: los comerá la polilla. ¿Quién hay entre vosotros que tema al Señor, que oiga la voz de su siervo? El que ande en tinieblas, y no tenga luz, confíe en el nombre del Señor y se apoye sobre su Dios.

Pruebas del Mesías

Isaías, profeta preciso y elocuente en lo que hace relación a las pruebas del Mesías, nos revela hoy los padecimientos de nuestro Redentor y la paciencia con que sufrió los malos tratos de sus enemigos. Jesús ha aceptado la misión de víctima universal y no le apartará de su decisión ningún dolor ni humillación. «No escondí mi rostro ante las injurias y los esputos.» ¿Qué reparación no hemos de dar a la majestad soberana, que por salvarnos ha soportado tales ultrajes? He ahí a los judíos cobardes pero crueles: no tiemblan ante su víctima. No hace mucho una sola palabra les ha echado por tierra en el huerto de los Olivos; mas, luego, se ha dejado atar y arrastrar hasta el palacio del sumo sacerdote. Se le acusa. Se lanzan gritos contra su persona; nada responde. Jesús Nazareno, el doctor, el gran taumaturgo ha perdido su prestigio; todo está permitido en contra suya. Así sucede al pecador que permanece tranquilo cuando oyó rugir el rayo y no le ocasionó la muerte. Con todo, los Ángeles se anonadan ante tan augusta Faz, desfigurada y ultrajada por estos miserables. Prosternémonos con ellos y pidamos perdón porque nuestros pecados fueron la causa del martirio de esta víctima divina.

Pero escuchemos las últimas palabras del Salvador y démosle gracias. Él dijo: «Que no pierda ahora la esperanza el que andaba en las tinieblas y sin luz alguna.» Era el pueblo gentil sumido en el vicio y en la idolatría. No sabe lo que está sucediendo en Jerusalén; no sabe que la tierra es morada del Hombre-Dios y que este Hombre-Dios está padeciendo la opresión del pueblo que se había escogido y favorecido a manos llenas; pero pronto la luz del Evangelio derramará sus rayos sobre el pueblo infiel. Creerá y se someterá; amará a su Libertador hasta devolverle vida por vida y sangre por sangre. Entonces tendrá cumplimiento el oráculo de aquel indigno pontífice que, aunque a pesar suyo, profetizó la salvación del pueblo gentil por medio de la muerte de Jesús y anunció al mismo tiempo que esta muerte reuniría en una misma familia a todos los hijos de Dios dispersos por el mundo.

En el Gradual David continúa pidiendo venganza para los verdugos del Mesías, bien merecida por su ingratitud y dureza de corazón. El Tracto es el mismo del miércoles de Ceniza que la Iglesia repite los lunes, miércoles y viernes para implorar la divina misericordia en la penitencia cuaresmal.

Gradual

Levántate, Señor, y atiende a mi juicio: Dios mío y Señor mío, juzga mi causa. Saca la espada, y cierra contra los que me persiguen.

Tracto

Señor, no nos pagues según los pecados que hemos cometido: ni según nuestras iniquidades. Señor, no te acuerdes de nuestras antiguas iniquidades, antes anticípense pronto tus misericordias: porque somos muy pobres. (Aquí se arrodilla.) Ayúdanos, oh Dios, Salvador nuestro: y, por la gloria de tu nombre, líbranos, Señor: y sé propicio con nuestros pecados, por tu nombre.

Evangelio

Continuación del santo Evangelio según San Juan. (XII, 1-9.) Seis días antes de la Pascua fue Jesús a Betania, donde había muerto Lázaro, a quien resucitó Jesús. Hiciéronle allí una gran comida: servía Marta, y Lázaro era uno de los sentados a la mesa con Él. Entonces María tomó una libra de ungüento de nardo precioso, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y enjugó sus pies con sus cabellos: y la casa se llenó del olor del ungüento. Y dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote, el que le había de entregar: ¿Por qué no se ha vendido este ungüento por trescientos denarios, y se ha dado a los pobres? Pero dijo esto, no porque le importaran los pobres, sino porque era ladrón, y tenía la bolsa, y sacaba lo que se echaba en ella. Dijo entonces Jesús: Dejadla que lo conservó para el día de mi sepultura. Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, pero a mí no me tendréis siempre. Supo entonces mucha gente judía que se hallaba allí: y vinieron, no por Jesús solamente, sino también para ver a Lázaro, a quien Él había resucitado de entre los muertos.

Unción de Jesús en Betania

Acabamos de oír la lectura del pasaje evangélico a que aludimos hace unos días. La Iglesia nos llama la atención con este episodio sobre los postreros días de nuestro Redentor, para hacernos sentir con él todos los acontecimientos que se realizan en este momento en torno suyo. María Magdalena cuya conversión nos había admirado hace unos días, está llamada a tomar parte en la Pasión y Resurrección de su Maestro. Tipo ideal del alma convertida y admitida a gozar de los favores celestes, debemos seguirla en todas las circunstancias en que la gracia divina la va a hacer tomar parte. La hemos visto siguiendo al Salvador paso a paso y ayudándole en sus necesidades; además el Santo Evangelio nos la muestra preferida a Marta su hermana, pues ha escogido la mejor parte. En estos días es objeto de nuestro interés principalmente por su tierna adhesión a Jesús. Sabe que le buscan para matarle y el Espíritu Santo que la guía interiormente por unos estados que se suceden, cada vez más perfectos, ha querido que hoy dé cumplimiento a una acción profética previendo lo que tanto teme.

Entre los tres presentes de los Magos, uno de ellos significa la muerte del Rey divino a quien estos hombres vinieron a visitar desde el lejano oriente. Era la mirra, perfume funerario empleado tan copiosamente en el entierro del Salvador. Hemos visto que la Magdalena, al convertirse, testimonió su cambio de vida derramando sobre los pies de Jesús un ungüento precioso. Ahora emplea también este medio como muestra de amor. Su Maestro está comiendo en casa de Simón el leproso; María está con él, como también sus discípulos; Marta sirviendo; hay paz en esta casa; pero todos presienten cosas adversas. De repente María Magdalena aparece con un vaso lleno de ungüento de nardo precioso. Se dirige a Jesús y arrojándose a sus pies los unge con este perfume y luego los enjuga con sus cabellos.

Jesús estaba tendido sobre un diván en donde los orientales se recuestan mientras comen; fue, pues, fácil que la Magdalena se pusiese a sus pies. Dos evangelistas, completada su narración por San Juan, nos muestran que ella derramó también sobre la cabeza del Salvador este oloroso ungüento. ¿Comprendía bien la Magdalena en este momento la importancia de la acción que la había inspirado el Espíritu Santo? Nada nos dice el Evangelio; pero Jesús reveló este misterio a sus apóstoles; y nosotros que nos hacemos eco de sus palabras, conocemos por esta acción que ha comenzado, podemos decir, la Pasión de nuestro Redentor, desde el momento en que la Magdalena le embalsama para su futura sepultura. El suave y penetrante olor del perfume se había extendido por toda la morada. Uno de los discípulos, Judas Iscariote, protesta contra lo que él llama gasto inútil. Su bajeza y codicia le habían hecho insensible a todo pudor. Muchos de los discípulos confirmaron su opinión; ¡sus pensamientos eran tan rústicos todavía! Jesús permitió esta protesta por varias razones. Quería anunciar su próxima muerte a los que le rodeaban revelándoles el secreto que contenía esta efusión de perfume sobre su cuerpo. En segundo lugar, glorificar a la Magdalena, que le profesaba un amor tan tierno y ardiente; y entonces anunció que su fama se extendería por toda la tierra tan lejos cuanto se extendiese el Evangelio. En fin, quería consolar de antemano a las almas piadosas, a las que su amor inspiraría obras de liberalidad para su culto y resguardarlas de las críticas mezquinas de que serían objeto.

Recojamos estas enseñanzas divinas. Honremos a Jesús no sólo en su persona sino también en sus pobres. Honremos a la Magdalena y sigámosla hasta que pronto la veamos en el Calvario y en el sepulcro. En fin, dispongámonos a embalsamar a nuestro Salvador reuniendo para su entierro la mirra de los Magos que figura el sacrificio, y el precioso nardo de la Magdalena que representa el amor generoso y compaciente.

En el Ofertorio, el Salmista en nombre del Redentor, después de implorar el auxilio divino pide a Dios que se digne ser fiel en el cumplimiento de sus decretos en favor de la humanidad.

Ofertorio

Líbrame de mis enemigos, Señor: a ti recurro, enséñame a cumplir tu voluntad: porque tú eres mi Dios.

La Secreta contiene en sí toda la fuerza divina de nuestros augustos misterios. No sólo purifica este sacrificio del alma, sino que además la eleva a la unión perfecta con el que es su autor y principio.

Secreta

Haz, oh Dios omnipotente, que estos sacrificios nos purifiquen con su poderosa virtud, y logren llevarnos más puros a su principio. Por Jesucristo, nuestro Señor.

En la Comunión resuena una maldición contra los enemigos del Salvador. Así, en el gobierno del mundo, ejecuta Dios a un mismo tiempo su misericordia y su justicia.

Comunión

Avergüéncense y sean confundidos a una los que se alegran de mis males: vístanse de vergüenza y confusión los que hablan males contra mí.

La Iglesia concluye las súplicas de esta Misa pidiendo que sus hijos conserven el espíritu ferviente que acaban de recibir en su fuente.

Poscomunión

Comuníquennos, Señor, tus santos Misterios un fervor divino: con el que podamos gozar de sus delicias y de su fruto. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Humillad vuestras cabezas delante de Dios.

Oración

Ayúdanos, oh Dios, Salvador nuestro: y haz que celebremos alegres los beneficios con que te has dignado restaurarnos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

__________

-TOMADO DE RADIO CRISTIANDAD-

__________


INTRODUCCIÓN

Acerca de la Santa Misa