20/IV SAN TEÓTIMO, Obispo y Confesor

20 de Abril

SAN TEÓTIMOObispo y Confesor

¿Tan necios sois, que habiendo comenzado
por el Espíritu, termináis ahora en la carne
?
(Gálatas, 3, 3).

   San Teótimo honró a Dios entre los pueblos bárbaros de la Escitia, a los cuales instruía en la fe, tanto por medio de conversaciones piadosas cuanto por sus predicaciones. Un bárbaro alzó la mano para apoderarse de él y quedó inmóvil en el aire hasta que el Santo hubo hecho oración por él. Esos pueblos, asombrados por su extraordinaria abstinencia, por su dulzura, por su caridad y milagros, llamábanle dios de los romanos. Murió hacia el año 403.    

MEDITACIÓN
SOBRE LAS CAUSAS DE NUESTRO
RELAJAMIENTO EN LA VIRTUD
   
I. Tengamos cuidado de no relajar nuestro fervor en el servicio de Dios. Dios, a quien servimos, es constante e inmutable; es siempre el mismo, no amengua su amor por nosotros; imitemos esta constancia. Repasemos en nuestro espíritu los años transcurridos: ¿no hemos sido antes más fervientes que ahora? Acuérdate de dónde has caído. Haz tus primeras obras, no sea que otro reciba tu corona. (Apocalipsis).
   
II. Nuestra relajación tiene, de ordinario, dos causas: la primera, es una excesiva confianza en nuestras buenas obras pasadas. Una vez que hemos confesado los pecados que nos hacían temer el infierno, ya pensamos que podemos vivir seguros. Mas, ¡cuán infundada es nuestra confianza! Aun en el caso de que estuvieras seguro de estar en gracia de Dios, ¿quién te asegura que perseverarás en ella hasta la muerte? Tiembla, y trabaja seriamente en tu salvación. El demonio inspira la tranquilidad a fin de que las almas se pierdan más fácilmente. (San Euquerio).
   
III. La otra causa de relajamiento en el servicio de Dios es que nos cansamos en el camino de la virtud: las austeridades, las mortificaciones, y esta vida que contraría enteramente a la naturaleza, disgustan al cuerpo. Sublévase el espíritu al pensamiento de una penitencia de acaso cuarenta y cincuenta años. Mas, ¿quién te ha prometido ni siquiera un día de vida? No pienses sino en el día en que vives, en la acción que ejecutas al presente. Hazla bien, y no te atormentes de gusto por un porvenir incierto. Pasemos santamente el tiempo de nuestra vida, ya que tan rápidamente se desliza. Nuestros días pasan veloces; plegue a Dios que pasen bien. (San Cesáreo).

El fervor
Orad por el aumento de la virtud

ORACIÓN
   Haced, oh Dios omnipotente, que la augusta solemnidad del bienaventurado Teótimo, vuestro confesor pontífice, aumente en nosotros el espíritu de devoción y el deseo de la salvación.  Por J. C. N. S.


*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo II, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)

19/IV SAN LEÓN IX, Papa y Confesor

19 de Abril

SAN LEÓN IX, Papa y Confesor
Os conjuro que os portéis con toda humildad
y mansedumbre, con paciencia, soportándoos
unos a otros con caridad.

(Efesios, 4, 1-2).

   Tanta era la humildad de San León IX, que confesó públicamente sus pecados para convencer de su indignidad a los que querían elevarlo al sumo pontificado. El efecto fue contrario al que esperaba: se confirmó su elección. Cumplió los deberes de su cargo con celo infatigable y una dulzura que nunca desmintió. Cuando reprendía a alguien por sus faltas, la abundancia de sus lágrimas probaba cuánto compadecía su corazón las miserias de su prójimo. A punto de morir y después de haber recibido la Extremaunción, se hizo llevar ante el altar de San Pedro y rezó allí una hora. Vuelto después al lecho, oyó misa, recibió el Santo Viático y entregó su espíritu. Era el 19 de abril de 1054.
  
MEDITACIÓN DE CÓMO
ADVERTIR AL PRÓJIMO
SOBRE SUS FALTAS

I. Estás obligado a advertir caritativamente a tu prójimo sus defectos. Si eres su superior, el deber de tu cargo te impone esta obligación; si eres su amigo, la amistad te concede esta libertad; si adviertes a tu hermano, él se corregirá, y tú habrás ganado su alma para Dios. ¿Puedes hacerle mayor servicio? Si descuidas hacerlo, te expones a dejarlo vivir y morir en su crimen, cuando hubieras podido prevenir a ese desventurado. Y tú, ¿cómo recibes las advertencias de tus superiores?

II. Aunque fastidies al amigo advirtiéndole sus faltas no lo dejes de hacer: es tu deber. Acaso ten gas una opinión demasiado mala de él y es más humilde de lo que piensas. Después de todo, ese pecador es un enfermo a quien se aplican remedios aunque no lo quiera; cuando se cure te agradecerá el servicio que le hiciste. Si él falta a su deber, tú no faltes al tuyo. Considera las obligaciones que pesan sobre ti y no tengas en cuenta a las personas. No perdones a tu prójimo, cuando se trata de salvar su alma. (San Jerónimo).

III. Pero, si hay motivo para creer que tu advertencia será más bien dañosa que útil, con razón la omitirás o dilatarás para mejor ocasión. A menudo la manera de hacer a alguien incorregible es advertirle sus faltas inoportunamente. Según el refrán popular, hay que dorarle la píldora al enfermo, para que la acepte. ¿Quieres corregir a tu hermano? Adviértele, llora y reza a Dios; reprende entonces a tu hermano, exhórtale, dale buenos consejos, demuéstrale mucha amistad a ese pobre pecador. (San Juan Crisóstomo).


La caridad
Orad por los que están en estado de pecado mortal.

ORACIÓN
   Pastor eterno, mirad con benevolencia a vuestro rebaño y guardadlo con protección constante por vuestro bienaventurado Sumo Pontífice León, a quien habéis constituido pastor de toda la Iglesia. Por J. C. N.S.


*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo II, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)

18/IV SAN ELEUTERIO, Obispo y Mártir

18 de Abril

SAN ELEUTERIO, Obispo y Mártir
Todo aquél que comete pecado
es esclavo del pecado.

(Juan, 8, 34).

   Las numerosas conversiones que obró este santo obispo en Iliria excitaron contra él el odio de los paganos, que lo denunciaron a los magistrados. Detenido y conducido a Italia, fue asado en una parrilla, colocado después en un lecho de hierro calentado al rojo y, por fin, sumergido en una caldera de aceite y pez hirviendo. Como saliera sano y salvo de todos estos suplicios fue arrojado a los leones, que no le hicieron ningún mal. Finalmente, fue golpeado con varas hasta que murió a la vista de su madre, Santa Antea, y fue al cielo a gozar de la libertad de los hijos de Dios, libertad que ya presagiaba su nombre Eleuterio, es decir, hombre libre.  

MEDITACIÓN
SOBRE LA LIBERTAD DE LOS
SERVIDORES DE DIOS
   
I. No existe servidumbre más cruel que la de los libertinos e impíos: se dicen libres y gimen bajo la más vergonzosa de las esclavitudes: la del pecado. Tantos tiranos tienen cuantas pasiones; están cargados con tantas cadenas como vicios y malas costumbres tienen. Viene la pasión y dice: Eres mío. Vienen todos los vicios y dicen: Eres mío. ¡Qué vil esclavo es quien obedece a tantos señores! (San Ambrosio) .
  
II. Verdaderamente es libre quien sirve a Dios y le obedece, pues no tiene entonces sino un solo Señor, el cual nada ordena que no esté de acuerdo con la razón y que no sea para nuestro mayor bien. El servicio voluntario y razonable que le rendimos nos libra de la vergonzosa tiranía del demonio, del pecado y de nuestras pasiones. ¡Ah! si mi libertad es un bien inestimable, si es el mayor de todos los tesoros, ¿a quién lo sacrificaría mejor que a Vos, Dios mío, que me la habéis dado? Obedecer a Dios, es ser libre.
   
III. Para gozar de una entera y perfecta libertad en este mundo, no se ha de temer ni amar sino a Dios. Todos los suplicios, todas las aflicciones imaginables, todos los placeres y todas las grandezas del mundo, no podrán obligarte a cometer la más mínima falta. De cuántas penas, temores y dolores te librarías, si grabases profundamente en tu espíritu este pensamiento: ¡No temer sino a Dios, no amar sino a Dios! El malo no puede ser libre. (Séneca).

El perdón de las injurias
Orad por vuestros enemigos.

ORACIÓN
   Dios todopoderoso, mirad nuestra flaqueza y cómo nos agobia el peso de nuestras obras y fortificad nos por la gloriosa intercesión de San Eleuterio, vuestro mártir.  Por J. C. N. S.


*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo II, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)

17/IV SAN ANICETO, Papa y Mártir

17 de Abril

SAN ANICETOPapa y Mártir
San Aniceto, Papa - Santoral - COPE
El que me sirve, sígame; que donde yo estoy,
allí estará también el que me sirve,
y a quien me sirviere, lo honrará mi Padre.
(Juan, 12, 26).

   Aniceto, sirio de nacimiento, gobernó la Iglesia unos diez años, alrededor del 160. Combatió con celo las herejías de Valentino y de Marción y detuvo, por su vigilancia, los estragos que causaban entre los fieles. Aunque no derramó materialmente su sangre por la fe, los sufrimientos que debió sufrir y los peligros a los que estuvo expuesto le han merecido el título de mártir.

MEDITACIÓN
SOBRE  LA HONRA
QUE DEBEMOS A LOS SANTOS

I. Dios honra a sus servidores en la tierra y en el cielo. ¡Qué gloria es para los santos hacer milagros dando órdenes a la naturaleza, ver a los reyes y a los soberanos pontífices prosternados ante sus reliquias, y ver tantas iglesias y altares erigidos en su memoria! ¡Qué honor para ellos en el cielo ser servidores, hijos y favoritos de Dios! ¡Ah! Señor, ¡cuánta razón tenía David para exclamar: Tus amigos son demasiado honrados, oh Dios míoAmbiciosos, he aquí honores inmortales que podéis y que debéis buscar.

II. Honra las reliquias y las imágenes de los santos, adorna sus altares y sus iglesias. Esta devoción es agradable a Dios y te será muy útil. Dios ha dado a los santos poder para curarte de muchas enfermedades, para socorrerte en tus aflicciones; invócalos, no han dejado de ser caritativos: son tus hermanos, padecieron los males que te hacen gemir. Y no carecen de poder: son los favoritos de Dios omnipotente.
   
III. Imitemos a los santos, es el mayor honor que podemos tributarles. Leamos sus vidas, y en cada una de ellas elijamos una virtud que podamos imitar. ¿A qué santo imitamos? ¿No hay alguno entre ellos que haya vivido en condiciones semejantes a las nuestras? Siguiendo su ejemplo, desapeguémonos de las comodidades de la vida, para gozar con ellos de las delicias eternas. Sacrifiquemos con gusto los bienes de la tierra para conservar los del cielo. (Tertuliano).   


La devoción a los santos
Orad por la conversión de los herejes.

ORACIÓN
   Pastor eterno, mirad con benevolencia a vuestro rebaño, y protegedlo con protección constante por vuestro mártir y Sumo Pontífice Aniceto, a quien constituisteis pastor de toda la Iglesia.  Por J. C. N. S.

16/IV SANTA BERNARDITA SOUBIROUS, Virgen

16 de Abril

SANTA BERNARDITA SOUBIROUSVirgen

-Vidas de los Santos de Alban Butler-

(1879 p.c.) Ya hemos hablado en nuestro artículo del 11 de febrero sobre las apariciones de Nuestra Señora de Lourdes, cuya fiesta se celebra en todo el occidente cristiano. Ahora, en el aniversario de la muerte de la humilde intermediaria de que se sirvió la Santísima Virgen para transmitir su mensaje al mundo, hablaremos de esa alma escogida, cuyos méritos conocía Dios, pero permanecieron ocultos a la mayor parte de sus contemporáneos. Había nacido el 7 de enero de 1844 y era la mayor de una familia de seis hermanos. Su nombre de bautismo era María Bernarda, pero todos la llamaban Bernardita. Su padre era molinero; en 1844 había alquilado un molino; pero el espíritu de empresa y la efectividad no eran ciertamente las virtudes características de Francisco Soubirous ni de su esposa, Luisa Casterot. Esta última no había cumplido todavía los veinte años y era dieciocho años menor que su esposo. Bernardita era muy delicada de salud y padecía de asma; por otra parte, contrajo el cólera en la epidemia de 1854, lo cual ciertamente no favoreció su desarrollo normal. La familia había ido hundiéndose, poco a poco en la pobreza; esto contribuyó sin duda a que la educación de Bernardita, aun desde el punto de vista religioso, no fuese particularmente esmerada. En la fecha de la primera de las apariciones (11 de lebrero de 1858), la familia vivía en el oscuro sótano de una vieja casa de la calle de Petits Fossés. Aunque Bernardita tenía ya catorce años, no había hecho aún la primera comunión y en la escuela pasaba por tonta. Era, sin embargo, extraordinariamente buena, obediente y cariñosa con sus hermanitos y hermanitas, no obstante sus continuas enfermedades.

La resonancia que tuvieron las apariciones en el pueblo favoreció en cierto sentido a la familia Soubirous, porque las gentes se preocuparon por conseguir trabajo al padre de Bernardita. En cambio, para la niña empezó una época muy difícil, pues el consuelo de las apariciones duró menos de dos meses y, a partir de entonces, se vio acosada por los curiosos e indiscretos, que no le dejaban un momento de reposo. Las gentes quirían averiguar cuáles eran los tres secretos que la Virgen María le había confiado, darle dinero, verla a todas horas del día y de la noche, recibir su bendición para ellos y sus enfermos y hasta llegaban a arrancarle trozos de su vestido. Todo ello constituía una extraña prueba para una muchacha de la sensibilidad de Bernardita. En realidad, a los dieciocho años, era ya una verdadera mártir. La madre Victoria, a cuyo cuidado estaba confiada, escribió que Bernardita "se rehusaba casi siempre a responder a las preguntas de los que iban a verla, pues eso la fatigaba extraordinariamente. El esfuerzo nervioso que debía hacer para responder, le producía ataques de asma. Cuando la llamaba yo al recibidor, la veía detenerse delante de la puerta, con los ojos cubiertos de lágrimas. 'Entra —le decía yo—, ten valor'. Entonces, Bernardita enjugaba sus lágrimas, saludaba amablemente a los visitantes y respondía a todas sus preguntas, sin dar la menor muestra de impaciencia cuando éstas eran indiscretas, ni la menor muestra de irritación cuando los visitantes ponían en duda su veracidad."

Un inglés no católico, que visitó a Bernardita en 1859, un año después de las apariciones, nos dejó un interesante relato de la impresión que Bernardita producía en quienes imaginaban que se trataba de una histérica o de una impostora. Dicho relato está tomado de un diario y dice lo siguiente:

"Pero antes debería yo haber hablado de la chiquilla. Era una muchachita de catorce años (en realidad tenía quince años y medio), con grandes ojos soñadores y muy tranquila; su quietud hacía pensar que era menos joven y no cuadraba con una chiquilla de tan corta estatura. Bernardita nos recibió con la naturalidad de quien está acostumbrado a tratar con extraños y nos rogó que la siguiésemos a un cuarto del piso superior de la casucha que se levantaba junto al molino de su padre. Sus hermanos, dos alegres pilluelos, jugaban ahí alborozadamente y nuestra presencia no pareció afectarles . . . La chiquilla nos ofreció asiento. Ella se quedó de pie, junto a la ventana y respondió brevemente a todas mis preguntas, pero sin añadir comentarios . . . Le ofrecimos de regalo una nadería, pero ella se negó cortésmente a aceptarla y no nos permitió que diésemos tampoco nada a sus hermanitos. En pocas palabras, nos hizo comprenedr que, a pesar de su pobreza, la familia no aceptaría ningún regalo . . . Nuestra impresión fue que se trataba de una chiquilla muy agradable, superior a su edad y educación, por sus maneras y su cortesía. Cualquiera que sea el juicio que haya que dar sobre las apariciones, estamos persuadidos de que Bernardita cree sinceramente en ellas."

Los visitantes protestantes mostraron mucha más delicadeza que algunos de los sacerdotes católicos que fueron a hablar con Bernardita. Citamos a continuación el escrito de cierto sacerdote que pasó un día en Lourdes, en enero de 1860. Leyéndole, tiene uno la impresión de que creía que, con su interés por las apariciones, hacía un insigne favor a Bernardita y a toda la Iglesia. El sacerdote hizo venir a la niña a su cuarto del hotel, a pesar de que habían advertido que el viento y la lluvia podían hacerle daño, pues estaba resfriada y era débil de salud. Durante casi dos horas interrogó a la pobre Bernardita sobre las apariciones, la fuente y los tres secretos de la Santísima Virgen. La entrevista terminó como sigue, según lo narra él mismo:

"Hija mía, debes estar ya cansada de mis preguntas. Toma estos dos luises de oro para consolarte." —"No, señor, no necesito nada."

Bernardita dijo esto con sequedad, por lo que comprendí que la había herido. Traté sin embargo de ponerle el dinero en la mano; pero su silencio, que era la mejor expresión de su disgusto e indignación, me convenció de que no debía yo seguir insistiendo. Así pues, metí el dinero en mi bolsa y proseguí:

"Hija mía, ¿quieres mostrarme las medallas de la virgen?"

—"Las tengo en la casa. Me las quitaron para imponerlas a unos enfermos y rompieron la cadenita."

"Entonces, enséñame tu rosario."

Bernardita me mostró un rosario muy sencillo, con una medalla en el extremo. "¿Me permites guardar este rosario? Te daré exactamente lo que te costó. —"No, señor, no quiero regalar mi rosario ni venderlo."

"Pero, ¡me gustaría tanto tener un recuerdo tuyo! Piensa en el largo viaje que he hecho para venir a verte. Permíteme que me quede con tu rosario."
Al fin cedió la niña. Yo acaricié ese rosario sobre el que la niña había llorado más de una vez y que había sido el instrumento de tantas fervorosas y agradecidas oraciones en presencia de la Virgen María; porque Bernardita había tenido entre las manos ese rosario, cuando la aparición ((miaba las Avemarias en el suyo en la gruta de Massabielle. Desde entonces me he sentido dueño de un tesoro muy precioso.

"¿Me permites que te ofrezca el precio del rosario? Por favor, acepta esta monedita sin valor." —"No, señor, yo me compraré otro con mi dinero."


Pero no terminó tocio ahí. El imprudente sacerdote prosiguió todavía:

"Te voy a enseñar mi escapulario. ¿Es como el tuyo?" —No, señor, el mío es doble."

"Enséñamelo". Bernardita dejó modestamente ver un extremo de su escapulario; como me lo había dicho, tenía dos cordones.

"Alabado sea Dios, hija mía. Yo conozco un alma muy piadosa, que se consideraría feliz de tener tu escapulario. Como ves, es muy fácil dividirlo en dos partes." —"Sí, pero . . ."— "¿No quieres hacerme el favor de regalarme la mitad? Con ello no pierdes nada, pues tu escapulario valdrá lo mismo." —"¿Va Ud. a reglar la mitad del rosario que acabo de darle?" — "No". — "Pues tampoco yo quiero regalar la mitad de mi escapulario."

Comprendí entonces que tenía yo que ceder y dejar las cosas como estaban. Le dije que le iba a dar mi bendición, y se arrodilló para recibirla, con la reverencia de un ángel."

Si Bernardita, que tenía entonces dieciséis años, no temblaba de indignación al fin de esa entrevista, debía ya haber alcanzado un grado muy alto de perfección o de resignación para aceptar el tipo de prueba en el que su alma estaba destinada a purificarse. Por todo lo que sabemos sobre ella, era una muchacha excepcionalmente sensible. En 1864, después de solicitar consejo, pidió la admisión en el convento de Nuestra Señora de Nevers. La enfermedad le impidió partir de Lourdes tan pronto como hubiese deseado; pero en 1866, ingresó en el noviciado en la casa madre de la orden. Le costó mucho apartarse de su familia y de la gruta. Sin embargo, no era menos alegre que las otras novicias de Nevers y seguía siendo tan paciente y humilde como siempre. A los cuatro meses, enfermó tan gravemente, que hubo de hacer los primeros votos y recibir los últimos sacramentos. Pero se rehizo de esa enfermedad y pudo desempeñar, más tarde, los oficios de enfermera y sacristana; pero siguió padeciendo de asma y, antes de morir, tuvo otras complicaciones.

Las virtudes características de Santa Bernardita eran su sencillez infantil, su buen juicio de mujer del campo y su modestia. Se consideraba como un instrumento de la Santísima Virgen: "Nuestra Señora quiso valerse de mí. Ahora me han arrinconado. Aquí estoy bien y aquí quiero morir . . ." Pero en el convento tuvo también que recurrir, de vez en cuando, a algunos estratagemas para evitar la "publicidad". Aunque tenía el corazón puesto en Lourdes, no participó en las celebraciones que tuvieron lugar con motivo de la consagración de la basílica en 1876. Según parece, ella misma decidió no asistir, por modestia. Pero indudablemente que eso le costó mucho, como lo prueba su doloroso grito: "¡Oh! si je pouvais voir, sans étre vue!" ("¡Si yo pudiera ver sin que me vieran!"). No es aventurado conjeturar que uno de los "secretos" de Bernardita consistía precisamente en no hacer nunca nada que atrajese sobre ella las miradas.

Bernardita murió el 16 de abril de 1879, a los treinta y cinco años de edad. Fue canonizada en 1933.

Los documentos oficiales de la Iglesia la llaman Santa María Bernarda, pero en el corazón de los fieles es y seguirá siendo siempre "Bernardita". Además de los testimonios bajo juramento, que se hallan en el proceso de beatificación, los principales documentos sobre Santa Bernardita son probablemente los de la Histoire de Notre-Dame de Lourdes (3 vols., 1925-1927) del P. L. J. M. Cros. Existen numerosas biografías en muchas lenguas. Una de las primeras fue la de Henri Lasserre (muy poco fidedigna); una de las más recientes es la del P. H. Petitot, The True Story of St Bernadette (1949). Entre las más conocidas se cuenta la de Mons. Ricar, La Vraie Bernadclte (1949), que es una réplica a Emilio Zola; la Bernadette Soubirous de Jean Barbel, que se basó principalmente en las deposiciones de los testigos de Lourdes; La confidente de l'Immaculée (1921), escrita por una religiosa de Nevers; la del P. J. Blazy, traducida al inglés en 1926. Dóm Bede Lebbe criticó en The Soul of Bernadette (1947) lu popularísima novela de Franz Werfel, Song of Bernadette (1942). Otras biografías muy conocidas son la de F. Parkinson Keyes, Sublime Shepherdess (1940) y la de la Sra. M. G. Blanton, Bernadette of Lourdes (1939). Entre las biografías cortas la mejor es sin duda la del P. C. C. Martindale. Sobre los detalles de las entrevistas con Bernardita, ver The Month, junio de 1924, pp. 526-535, y julio de 1924, pp. 26 a 36.

TOMADO DECATÓLICOS ALERTA

15/IV SANTAS BASILISA Y ANASTASIA, MÁRTIRES

15 de Abril

SANTAS BASILISA Y ANASTASIAMÁRTIRES

Vidas de los Santos de A. Butler


Según la tradición, Basilisa y Anastasia eran dos matronas romanas, convertidas al cristianismo por la predicación de San Pedro y San Pablo. Después del martirio de los Apóstoles, las dos mujeres recuperaron los cuerpos durante la noche y les dieron honrosa sepultura. Cuando las autoridades se enteraron de ello, encarcelaron a las culpables. Basilisa y Anastasia confesaron, unte Nerón, que eran cristianas y el tirano las condenó a ser mutiladas y decapitadas.
Aunque estas santas aparecen en primer lugar en el Martirologio Romano, el día de hoy, es necesario admitir que aún se duda de su existencia. Lo poco que sabemos sobre ellas se basa en documentos griegos, que no son generalmente de lo más fidedigno. En Acta Sanctorum, abril, vol. II, hay una colección de las diversas noticias de los Manaia griegos. Ver también el Synaxarium Constantinopolitanae que publicó el P. Delehaye en Acta Sanctorum, noviembre, vol. II, c. 106, donde se dice que la conmemoración de estas santas tiene lugar el 17 de abril.


SANTA ANASTASIAVirgen y Mártir

Santa Anastasia fue una ilustre matrona romana, discípulo de los apóstoles san Pedro y san Pablo. Su principal afán era animar a los cristianos al martirio, y redimir sus reliquias para darles un digno entierro. Pero he aquí que siendo la voluntad de Nerón acabar radicalmente con los cristianos, perseguía con especial encarnizamiento a los que cuidaban de conservar la memoria y el culto de los mártires. 

MEDITACIÓN
SOBRE LA RESURRECCIÓN
DE LOS MUERTOS

I. Todos resucitaremos: es una verdad muy consoladora para las almas santas. Sí, este cuerpo ahora en el oprobio, en el dolor y la pobreza, este cuerpo será un día glorioso, inmortal, sutil, impasible y semejante a los espíritus. ¡Con qué júbilo las almas de los santos volverán a los cuerpos que fueron sus compañeros de trabajo e instrumentos de su victoria! Ánimo, cuerpo mío; resucitaremos y tu gloria será proporcional a los sufrimientos que hayas soportado por Jesucristo. Yo veré a Dios, mi Salvador, en mi carne (Job).

II. Los malos resucitarán, pero, ¡ay! ¡qué horror sentirán al retomar sus cuerpos que han sido la causa de su condenación! ¿Nada menos que tú, dirán esos míseros, nada menos que tú, que eres podredumbre, has perdido a un alma inmortal? ¡Qué! ¡por estos ojos, estas manos, este corazón, esta boca, esta lengua, este cuerpo, he perdido mi alma! Piénsalo a menudo: “Un día, me encontraré con este mismo cuerpo en el valle de Josafat; ¿en qué estado será?”

III. Los bienaventurados irán, en cuerpo y alma, al cielo después de la resurrección de los muertos, y los condenados descenderán al infierno con sus cuerpos semejantes a tizones ardientes. Está en tus manos hacer glorioso a tu cuerpo o hacerlo maldito para siempre. Amemos los júbilos que deben durar eternamente; temamos los tormentos eternos reservados para los que se condenan (San Gregorio).


La esperanza.
Orad por los afligidos.

ORACIÓN
Oh Dios, que, por los maravillosos efectos de vuestro poder, habéis concedido la victoria del martirio al sexo más frágil, haced, te rogamos, que, celebrando la nueva vida que ha recibido, en el cielo, la bienaventurada Anastasia, vuestra virgen y mártir, nos aprovechen sus ejemplos, para caminar por la vía que conduce hacia vos. Por J. C. N. S.




Fuentes: Santoral de Juan Esteban Grossez, S.J., Tomo II.

SEGUNDO DOMINGO DESPUÉS DE PASCUA

MISA DEL SEGUNDO DOMINGO DESPUÉS DE PASCUA

(Doble - Ornamentos blancos)
(Domingo del "Buen Pastor")

   Los antiguos cristianos de Roma se reunían hoy en San Pedro. Es el Domingo del Buen Pastor, el cual, después de su Resurrección, nombró a San Pedro, Pastor visible  de todas sus ovejas y corderos. Es el día de acordarnos lo que el Buen Pastor ha hecho por nosotros; "la tierra está llena de la misericordia del Señor. Justos (bautizados, reconciliados, co-resucitados), alegraos en el Señor" (Introito). La Misa revela una unidad perfecta. En la Oración volvemos a encontrar al Buen Pastor salvando a sus ovejas de toda suerte de peligros; en la Epístola aparece otra vez el mismo tema en boca de San Pedro. En el Evangelio es el mismo Cristo quien nos dice: "Yo soy el Buen Pastor...". En la consagración de la Misa el Buen Pastor se presenta real, personal y sustancialmente a nosotros para inmolarse en el altar. De este sacrificio fluyen hasta nosotros todas las misericordias, todas las fuerzas de la vida sobrenatural.

IntroitoPs. 32, 5-6
 INTROITUS  -  Misericordia Domini plena est terra, alleluia: verbo Domini caeli firmati sunt, alleluia, alleluia. - Ps. Ibid. I. Exsultate, justi, in Domino: rectos, decet colaudatio. v. Gloria PatriIntroito - Toda la tierra está llena de la misericordia del Señor, aleluya; por la palabra del Señor se afirmaron los cielos, aleluya, aleluya. Regocijaos, justos, en el Señor; es de corazones rectos alabarle. Gloria el Padre, etc. 
Oración-Colecta
  ORATIO - Ameneus, qui in Filii tui humilitate jacentem mundum erexisti: fidelibus tuis perpetuam concede laetitiam; ut, quos perpetuae mortis eripuisti casibus, gaudiis facias perfrui sempiternis. Per eumdem Dominum.    R. Amen      Oh Dios, que con la humillación de tu Hijo, elevaste al mundo abatido; concede a tus fieles una perpetua alegría, para que ha gas gozar de una felicidad sin fin, a los que libraste de los peligros de la muerte
eterna. Por Nuestro Señor, etc.   R. Amen.
Epístola
   Jesús, el Buen Pastor, inocente, humilde, manso, sincero, se entrega voluntariamente a los verdugos de todos los tiempos, para salvar a sus ovejas descarriadas y para curar sus heridas.
EPISTOLALectio Epistolae beati Petri Apostoli (I, 2, 21-25)  - Carissimi: Christus passus est pro nobis, vobis relinquens exemplum, ut sequa,ini vestigia ejus. Qui peccatum non fecit, nec inventus est dolus in ore ejus: qui cum malediceretur, non maledicebat: cum pateretur, non comminabatur, tradebat autem judicanti se injuste: qui peccata nostra ipse pertulit in corpore suo super lignum: ut peccatis mortui, justitiae vivamus: cujus livore sanati estis. Eratis enim sicut oves errantes sed conversi estis nunc ad pastorem, et episcopum animarum vestrarum.
Credo
Lección de la Epístola del Apóstol S. Pedro - Carísimos: Cristo padeció por nosotros, dejándoos ejemplo para que sigáís sus huellas. Él no cometió pecado alguno, ni se halló engaño en su lengua; Él, cuando le maldecían, no maldecía; cuando le atormentaban, no amenazaba; antes bien, se entregaba a quien le sentenciaba injustamente; Él es quien sufrió la pena de nuestros pecados en su cuerpo, sobre el madero de la Cruz; para que nosotros, muertos a los pecados, vivamos en santidad; por las llagas de Él habéis sido sanados. Porque andabais como ovejas descarriadas, mas ahora os habéis convertido al pastor y obispo de vuestras almas.
    Evangelio
Jesús se presenta y recomienda a Sí mismo como Buen Pastor que conoce a sus ovejas y muere por ellas, y reclama sus derechos sobre todas las ovejas descarriadas, de todos los tiempos y países.
   Sequéntia sancti Evangélii secúndum Joánnem. Joann. 10, 11-16
   In illo témpore: Dixit Jesus pharisǽis: Ego sum pastor bonus. Bonus pastor ánimam suam dat pro óvibus suis. Mercenárius autem, et qui non est pastor, cujus non sunt oves própriæ, videt lupum veniéntem, et dimíttit oves, et fugit: et lupus rapit, et dispérgit oves: mercenárius autem fugit, quia mercenárius est, et non pértinet ad eum de óvibus. Ego sum pastor bonus: et cognósco meas, et cognóscunt me meæ. Sicut novit me Pater, et ego agnósco Patrem: et ánimam meam pono pro óvibus meis. Et álias oves hábeo, quæ non sunt de hoc óvili: et illas opórtet me addúcere, et vocem meam áudient, et fiet unus óvile, et unus pastor.
Credo.
Continuación del Santo Evangelio según San Juan Joan. 10, 11-16 - En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: "Yo soy el Buen Pastor. El Buen Pastor sacrifica su vida por sus ovejas. Pero el mercenario, y el que no es propio pastor, como no son suyas las ovejas, en viendo venir al lobo, desampara las ovejas huye. y el lobo las arrebata, y dispersa el rebaño; el mercenario huye porque es asalariado, y no tiene interés en las ovejas. Yo soy el Buen Pastor, y conozco mis ovejas, y las ovejas mías me conocen a mí. Así como el Padre me conoce a mí, conozco yo al Padre; y doy mi vida mis ovejas. Tengo también otras ovejas que no son de este aprisco, las cuales debo Yo recoger, y oirán mi voz, y se hará un solo rebaño, y un solo pastor(1).  Credo.
    OFFERTORIUM Ps. 62, 2 et 5 Deus, Deus meus, ad te de luce vigilo: et in nomine tuo levabo manus meas, alleluia   Ofertorio -  Dios mío, Dios mío, por ti velo, desde la aurora, y alzaré mis manos, invocando tu Nombre, aleluya.
Oración-Secreta
    Benedictionem nobis, Domine, conferat salutarem sacra semper oblatio: ut, quod agit mysterio, virtute perficiat. Per Dominum nostrum Jesum Christum Que esta oblación santa, Señor, nos confiera siempre una bendición saludable, a fin de que produzca realmente, el efecto del misterio que representa. Por Nuestro Señor, etc.  
Prefacio propio de Pascua
    Vere dignum et justum est, aequum et salutare: Te quidem, Domine, omni tempore, sed in hac potissimum die (in hoc potissimum) gloriosius praedicare, cum Pascha nostrum immolatus es Christus. Ipse enim verus es Agnus, qui abstulit peccata mundi. Qui mortem nostram moriendo destruxit, et vitam resurgendo reparavit. Et ideo cum Angelis et Archangelis, cum Thronis et Dominationibus, cumque omni militia caelestis exercitus, hymnum gloriae tuae canimus, sine fine dicentes:   Sanctus, Sanctus, Sanctus, etc.   Verdaderamente es digno y justo, debido y saludable, que en todo tiempo, Señor, te alabemos; pero principalmente con mayor magnificencia en éste, en que Jesucristo inmolado es, nuestra Pascua. Porque El es el verdadero Cordero que quita los pecados del mundo. El cual muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, reparó nuestra vida. Por esto, con los Ángeles y Arcángeles, con los Tronos y Dominaciones, y con toda la milicia del ejército celestial, can tamos un himno a tu gloria, diciendo sin cesar: Santo, Santo, Santo, etc.
   COMMUNIO  Joan. 10, 14  Ego sum pastor bonus, alleluia: et cognosco oves meas, et cognoscunt me meae, alleluia, alleluia 
   Comunión. - Yo soy el Buen Pastor, aleluya: "y conozco mis ovejas, y las ovejas mías me conocen a mí," aleluya, aleluya.
Oración-Postcomunión
     POSTOMMUNIO - Praesta nobis, quaesumus, omnipotens Deus: ut vivificationis tuae gratiam consequentes, in tuo semper munere gloriemur. Per Dominum nostrum Jesum Christum.   Pedímoste, oh Dios Omnipotente, nos concedas, que habiendo recibido por tu gracia una nueva vida, podamos siempre gloriamos de conservar este Don Divino. Por Nuestro Señor, etc. 

  • (1) Estas otras ovejas que, siendo y todo de Jesucristo, puesto que por ellas también murió, no pertenecen a su verdadero aprisco, son en primer lugar, las naciones paganas, que yacen todavía en la infidelidad; en segundo lugar, son las naciones cismáticas y herejes, que se han apartado del redil de Cristo; y, en tercer lugar, son los malos católicos, los cuales, aunque pertenecen al cuerpo de la Iglesia, porque son bautizados, no pertenecen a su alma, porque viven en pecado y apartados de los sacramentos. A estos últimos es a quienes la Iglesia invita con apremio en este tiempo, exhortándolos al cumplimiento pascual. Quien, pues, no cumple con Pascua, tampoco pertenece al alma de la Iglesia, ni, por lo tanto, al redil de las ovejas dóciles y fieles.

 

14/IV SANTOS TIBURCIO, VALERIO Y MÁXIMO, Mártires

14 de Abril

SANTOS TIBURCIO, VALERIO Y MÁXIMO, Mártires
El precepto mío es que os améis unos a otros.
(Juan, 15, 12).

   Valerio, que se casó con Cecilia, fue por ésta convertido y consintió desde el primer día de casamiento en vivir en continencia perfecta. Él, a su vez, convirtió a su hermano Tiburcio, con quien después de haber distribuido sus bienes a los pobres, se dedicó a sepultar los cuerpos de los cristianos muertos por la fe. Conducidos ante Almaquio, prefecto de Roma, perseveraron en su fe y fueron decapitados. Máximo, que los conducía al suplicio, de tal modo fue movido por sus palabras y entereza que renunció a las supersticiones del paganismo y obtuvo con ellos la corona del martirio.  

MEDITACIÓN SOBRE
LAS AMISTADES SANTAS
   
I. Ten caridad para con todos, pero no te vincules sino con pocos. Que tus amigos sean los amigos de Dios; si tales son, progresarás en la virtud en su compañía. Fieles son los amigos que temen a Dios; no sucede lo mismo con los que no le temen. En efecto, ¿cómo tendrían para contigo una fidelidad que no tienen para con Dios? ¿Te estarían más obligados que no lo están a Dios? ¿O esperarían de ti mayores recompensas? ¿Mayores castigos temerían, acaso, de tu parte? 
   
II. El fin de tus amistades debe ser transcurrir suave y santamente tu vida, aprovechar el buen ejemplo y los saludables consejos de tus amigos, y contribuir también, de tu parte, a su santificación. Si el comer bien, el interés o los placeres, son los motivos que te mueven para el cultivo de la amistad, no será ésta duradera. ¿Cómo trabajas para santificar a tus amigos? ¿Te haces más santo frecuentándolos? ¿No imitas más bien sus vicios que sus virtudes?
   
III. Resultado de estas amistades verdaderas debe ser que alivies a tus amigos en todas sus necesidades tanto espirituales cuanto temporales; debes sacrificar tus comodidades, tus bienes, tu vida misma, para sacarlos de la miseria y, con mayor razón, del pecado o de la ocasión de ofender a Dios. En fin, no te olvides nunca que Jesucristo debe siempre ocupar el primer lugar en todas tus amistades, que siempre sea su nudo y su lazo. Elige para amigo, antes que a todo otro, a Aquél que permanecerá siéndote fiel en el día de tu muerte, cuando todo lo demás te haya sido arrebatado. (San Bernardo).

El buen ejemplo
Orad por vuestros amigos.

ORACIÓN
   Haced, oh Dios omnipotente, os lo rogamos, que celebrando la solemnidad de vuestros santos mártires Tiburcio, Valerio y Máximo, aprendamos a imitar sus virtudes.   Por J. C. N. S.


*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo II, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)

13/IV SAN HERMENEGILDO, Mártir

13 de Abril

SAN HERMENEGILDO, Mártir
Mi reino no es de este mundo. Si de este mundo
fuera mi reino, mis servidores me habrían
defendido.

(Juan, 18, 36).

 San Hermenegildo fue el hijo mayor de Leovigildo, rey de los visigodos en España, que era arriano. Empleó su padre contra él toda suerte de halagos, pasando a la amenaza y llegando hasta la prisión para traerlo al arrianismo: nada pudo quebrar la constancia de este generoso atleta de la fe. Rechazó la comunión pascual de manos de un obispo arriano que su padre le enviara a su prisión. Exasperado con su rechazo, mandó el padre a unos soldados para que le dieran muerte. Hendiéronle éstos la cabeza de un hachazo. Arrepentido Leovigildo de su crueldad, a su muerte recomendó a San Leandro que educase en la fe católica a su otro hijo Recaredo, que fue su sucesor y el primer rey católico de España. El martirio de Hermenegildo acaeció en Sábado Santo, el 13 de abril del año 585.    

MEDITACIÓN
SOBRE EL REINO
DE LOS CIELOS

I. Aunque no seamos hijos de rey, como lo fue San Hermenegildo, todos estamos llamados a gozar del reino de Dios en el cielo. No son las riquezas, ni la nobleza, ni el renombre, ni la ciencia, ni el talento los que nos pondrán en posesión de este reino, sino la buena voluntad ayudada de la gracia de Dios. No te fatigues pues, buscando una posición brillante en la tierra, no te aflijas si eres pobre y mísero, tu reino no es de este mundo.
   
II. En este mundo considérate como hijo de rey, como heredero presunto de una corona que no puede escapársete, si sabes, mediante tu sumisión, conservar la amistad del rey tu padre. En segundo lugar, considérate como príncipe exilIado, a quien expulsaron de sus dominios, y que debe, por su valor, reconquistar su reino. Conserva la inocencia y la gracia del bautismo: reinarás después de tu muerte. Si las hubieses perdido, has perdido con ellas el derecho a tu reino; haz de reconquistar este derecho cueste lo que cueste. El reino de los cielos sufre violencia. (Evangelio).
   
III. Dependerá de ti el gozar un día de este reino. Serás siempre feliz, si no consientes libre mente en ser desgraciado. Está en tu poder elegir por Señor a Dios o al demonio; mas, aquél a quien te des te conservará eternamente. Elige, pues, o reinar eternamente con Dios, o sufrir eternamente con el demonio.  


El desprecio del mundo
Orad por los gobiernos cristianos.

ORACIÓN
   Dios omnipotente, que enseñasteis al bienaventurado Hermenegildo, vuestro mártir, a preferir el reino de los cielos a las grandezas de este mundo, haced que siguiendo su ejemplo despreciemos las cosas perecederas para aspirar sólo a las eternas.  Por J. C. N. S.



*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo II, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)

12/IV SAN SABAS, Mártir

12 de Abril

SAN SABAS, Mártir

Los sufrimientos de la vida presente
no son de comparar con la gloria venidera.
(Romanos, 8, 18)

 San Sabas era godo de nacimiento. Como rehusara comer carne inmolada a los ídolos, diciendo que prefería antes morir que ofender a Dios, se lo despojó de sus vestidos, se lo arrastró sobre espinas, se lo torturó cruelmente, y, finalmente, fue arrojado a un río. En medio de los suplicios daba gracias a Dios por haberlo juzgado digno de padecer por su causa. Imitemos su constancia y agradezcamos a Dios en las aflicciones como en la prosperidad. Murió el santo en el año 372.   

MEDITACIÓN
SOBRE  LA NECESIDAD
DE LOS SUFRIMIENTOS

I. La palabra del Salvador: Renúnciate a ti mismo y lleva tu cruz, no ha sido dicha para los religiosos solamente; se dirige a todos los cristianos en general. La vida cristiana es un trabajo sin descanso, porque hemos de combatir sin cesar nuestros deseos, apartarnos de lo que nos place y hacer lo que nos desagrada. Pero consolémonos: si llevamos nuestra carga con amor, Dios la hará ligera. Para los que aman a Dios es más fácil cercenar siempre sus apetitos, que para los que aman al mundo contenerlos algunas veces. (San Agustín).

II. Además de la violencia que debemos hacer nos a nosotros mismos para mortificar nuestras pasiones, Dios nos enviará pruebas de toda clase. Aceptémoslas, no solamente con resignación, sino con fe y gratitud: es una prueba del amor de Dios hacia nosotros. ¿Cuál es el hijo, dice San Pablo, a quien Dios no corrige? pues el Señor castiga misericordiosamente a los hijos que ama. Así, pues, persevera en la sumisión, prosigue el gran Apóstol; si Dios no te castiga, es porque no te tiene por hijo legítimo, sino por bastardo. El que no sufre en el exilio no se regocijará en la patria. (San Agustín).

III. San Sabas ve a los ángeles que lo llaman des de la otra orilla del río al que lo van a precipitar, y conjura a sus verdugos a que apresuren su suplicio. En tus pruebas vuelve los ojos al Cielo. Considera lo que se te ha prometido, para quien tiene en vista la recompensa nada hay que no le parezca leve y fácil, y la esperanza del salario suaviza la fatiga del obrero. (San Jerónimo).   

El pensamiento del cielo
Orad por 
los afligidos.

ORACIÓN

   Haced, os lo suplicamos, oh Dios omnipotente, que la intercesión del bienaventurado Sabas, vuestro mártir, cuyo nacimiento al cielo honramos, nos fortifique en el amor de vuestro Santo Nombre.  Por J. C. N. S.


*
Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo II, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)



INTRODUCCIÓN

Acerca de la Santa Misa